Siempre lució hermosa. La cabellera rubia y los labios de color rojo intenso los conservó hasta en el féretro. Así fue sepultada ayer, Carmen Villamana Breto, de 82 años, –más conocida en el mundo artístico como Osmara de León, ‘la bailarina de los pies desnudos’.
fakeFCKRemoveOsmara falleció anteayer en el Hospital José Carrasco Arteaga del Seguro Social de Cuenca. Padecía una enfermedad terminal que le detectaron hace medio año y que aniquiló su estado de salud. Pasó varios meses internada.
Fue una mujer multifacética. Pianista, novelista, escritora, pintora, teatrera, madre’ Pero en la danza juntó todas las habilidades artísticas. “Me enseñó a encontrar en la danza la belleza de las cosas”, evocó Clara Donoso, una de sus más destacadas alumnas.
Nació en Cuba, pero fue hija de una pareja de españoles. En México empezó su carrera como bailarina y acuñó el nombre artístico. Ella contaba que en una ocasión, un periodista italiano le dijo que su nombre daba la idea de castañuelas y gitanas. No iba con el baile exótico que mostraba en el escenario al dejar adivinar el cuerpo, entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, vistiendo el tutú de rigor.
Así brilló en México, Cuba, España, Argentina, EE.UU… A Ecuador llegó en el Carnaval de 1951 en una gira artística como solista de danza. En su primera presentación en Guayaquil conoció y se enamoró del afamado pintor cuencano Ricardo León (fallecido). Con él procreó tres hijos: Irina, Jazmín y Ricardo.
15 días después de conocerlo se casó en Quito. Cuenca le cautivó por las mujeres de coloridas polleras y el acento morlaco. Osmara trajo la danza a esta ciudad, cuando la iglesia vivía arraigada en el conservadurismo. “Creían que era algo diabólico y la quisieron excomulgar”, evocó el escritor cuencano Claudio Malo.
Los sacerdotes no entendían que Osmara venía de una Europa recién salida de las monarquías, llena de ballet y de obras que representaban a reyes, princesas, ninfas y hadas.
Su perseverancia venció. Abrió la primera academia “Semblanzas Morlacas” y ganó varios concursos fuera, representando al Ecuador. Para Irina, su madre siempre fue una especie de motor de altas revoluciones.
Fue formadora de juventudes y varias de sus alumnas como Donoso, Carmen Borrero… se destacan dentro y fuera del país.
La comunicación la ejerció desde su llegada. Empezó con spot publicitarios en un antiguo canal local, otros años en la radio La Voz del Tomebamba y más cuatro décadas en Ondas Azuayas.
Con ella también llegó el radioteatro a Cuenca, precisó Gustavo Cardoso, gerente de Ondas Azuayas. Él destaca la capacidad inventiva de Osmara para montar ambientes. “Madrugaba a la orilla del río Tomebamba a grabar el sonido de la naturaleza (río, viento, pájaros’). Una piedra, un clavo o cualquier objeto servía para reproducir sonidos en las obras.
Las radionovelas es lo que más recuerdan los oyentes de Ondas Azuayas. En esta emisora la voz de Osmara con su revista “En el Aire”, se apagó en enero pasado, cuando recayó por su enfermedad.