En 41 minutos de película se condensa la esencia de lo que fue el proyecto Arte Contemporáneo y Patios de Quito (ACPQ). A través de las imágenes, el diálogo entre la tradición y las nuevas corrientes del arte, entre la arquitectura colonial y las visiones actuales adquiere nuevos alcances.
Lo hace porque el documental, dirigido por José Antonio Guayasamín, registra el proceso creativo de los artistas invitados (siete extranjeros y tres nacionales) y lo comunica en relación al contacto que las obras mantuvieron con las aproximadamente 65 000 visitantes al ACPQ, a lo largo de un mes, en 10 locaciones del Centro Histórico.
Las voces de los gestores de ACPQ, de los creadores, de los especialistas y, sobre todo, del público construyen las reflexiones que se despertaron con tal exposición realizada en septiembre del 2010. Esas voces juegan entre los silencios y la música que Guayasamín ha incluido en el filme.
Así también, las tomas de la ciudad y cotidianidad de la gente que la habita enriquecen el contexto donde ACPQ tuvo lugar. La cámara transita por las calles para luego recorrer los 10 patios intervenidos, mostrar el montaje de las instalaciones y la recepción por parte del público.
La palabra de Gerardo Mosquera, el curador de la muestra, adquiere mayor fuerza con lo expuesto por la cinta de Guayasamín, pues se evidencia el objetivo del proyecto: poner a pensar a las personas mediante las nuevas formas del arte.
Entrevista
José Guayasamín – realizador
‘Una obra sobre lo que percibía de la muestra’
¿Cuál es el ejes del filme ?
Queríamos que funcionase como una pieza más dentro de las obras que se estaban realizando; es decir, 10 artistas y sus intervenciones y yo que ejercía una obra sobre lo que veía y percibía.
¿Cómo se llevó el diálogo de tradición y contemporaneidad a lo audiovisual?
La propuesta del diálogo ya estaba en el proyecto. La traducción al lenguaje audiovisual llegó desde la construcción de las obras y su interacción con la gente y con el espacio. Por ejemplo, la mano de La Ronda irrumpía y obligaba a la gente a interactuar. También le dimos acentos estéticos, la música fue diseñada especialmente para el documental. La estructura del filme se divide según cinco elementos: cielo, tierra, agua, aire y tiempo.
¿Por qué insertar tomas de la ciudad y su gente?
La vinculación de la ciudad, sus calles y su gente, en las imágenes insertas en el documental surgen de una conversación con Gerardo (Mosquera), en la que menciona que la obra la hace también la gente; que hay una influencia de doble vía. Era necesario saber quién era ese público y dar un contexto con la ciudad.
¿Qué fin persigue el filme?
Hacer participar a la gente, mediante un registro perdurable, de una exposición que transita en el tiempo. Y mostrar lo que somos: una ciudad colonial y de costumbres, pero también de arte contemporáneo, de intervenciones en espacios abiertos.