La maestra Andrea Vela, directora encargada de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, habló con este Diario sobre la dirección orquestal, antes del reinicio de la temporada de la OSNE, en Ibarra.
¿Cuál es su referente en dirección de Orquesta?
fakeFCKRemoveMe gusta mucho Claudio Abbado. Es sencillo, pese a eso es sumamente firme, sabe lo que quiere, tiene interpretaciones clásicas muy limpias. Karajan en el clasicismo a veces como que se desborda. Se le van los tiempos, es un romántico bestial. Pero Abbado es como más transparente para mí. Berenstein es el lado opuesto. Yo tengo algo de ambos. Una mezcla de locura y a la vez tranquilidad, firmeza. Me gustan mucho.
¿Por qué hay tan pocas mujeres directoras?
Porque no hay costumbre, igual hay pocas mujeres toreras. Lastimosamente, se ha considerado una profesión de hombres, tal vez por el liderazgo y la dureza misma de la profesión.
¿Cómo ha sido lidiar con eso frente a los músicos?
La mejor manera es conociendo la partitura. Si una sabe la partitura, el miedo y la inseguridad no existen. Si hay alguna cuestión de disciplina que requiera dureza, hay que ajustarse un poco y manifestarlo y eso duele, porque una mujer es maternal supongo, pero hay que hacerlo.
Y las mujeres son además perfeccionistas…
Sí y tenemos una fortaleza que los hombres no tienen idea. Somos fuertes. Creo que por eso la vida nos dio la opción de poder ser madres, porque tenemos esa fuerza por algún lado escondida.
La Sinfónica ha entrado en un proceso de selección de director, ¿intervendrá usted?
Voy a estar al frente del proceso y de la Sinfónica hasta que llegue el nuevo director. Voy a dirigir La consagración de la primavera, una obra bellísima de Stravinsky, en julio. También dirigiré la Tercera de Mendelssohn.
¿Concursará por el cargo?
No, no voy a participar. Por ahora creo que no es mi tiempo. Creo que de algún modo alguna gente no está preparada para eso.
¿Por qué no participar si tiene las mismas ventajas y desventajas de los demás?
Porque siento que no es el momento. Tengo planes de viajar. Este año he rechazado invitaciones al extranjero para dedicarme al proceso de la Sinfónica. Pienso que mi presencia ahora es importante. Si me voy como que algo podría desarmarse. Es algo que se siente y yo estoy inmersa en el proceso de cambio y comprendo bien lo que se debe hacer. No es momento de que me vaya, pero cuando venga el nuevo director descubriré nuevos rumbos.
¿O podría volver a ser violinista de la Sinfónica?
No es algo que me llene. Es algo que me encantó, que amé alguna vez pero ahora llegó otra etapa y disfruto dirigiendo. Ahí me siento segura, me siento feliz y con el violín no he alcanzado ese estado de felicidad tan grande.