Que el teatro es un espacio de creación, de libertad, a veces también un campo de luchas reivindicatorias… es cierto siempre, pero el sentido de todo esto se ahonda cuando hablamos de teatro drag. Y hoy es un buen día para hablar de ello, pues ayer Dionisios Arte Cultura e Identidad -la plataforma drag por excelencia de Quito- celebró con una fiesta hiperbólica sus 14 años de vida.
A propósito del aniversario surgió la pregunta ¿cómo la propuesta escénica drag ha aportado a la dramaturgia en el país? Consultamos con León Sierra, artista escénico, y Santiago Rivadeneira, crítico de teatro, para tratar de responderla.
Tanto Sierra como Rivadeneira son cautos a la hora de calificar la dramaturgia que ha saltado al escenario en las ya 50 obras que cuentan en el haber de Dionisios; 48 de ellas escritas totalmente por Daniel Moreno, director general de la organización, y dos adaptadas también por él, pero originalmente creadas por unos dramaturgos peruanos, amigos suyos. Sierra cree que lo que han hecho Moreno y los demás actores que están en esta línea constituye “una vía de exploración dramatúrgica muy rica; hay mucho potencial ahí”.
Y Rivadeneira, quien primero apunta que lo que ha hecho Moreno demuestra una posición, una postura y una intención claras y consecuentes, que convierte a este espectáculo en algo “artísticamente resuelto”, dice que es el momento de avanzar unos pasos más en este aspecto: “Veamos si la dramaturgia empieza a ponerse al día, a proponer otras cosas que no sean estos temas tratados un poco livianamente. Para que lo que verdaderamente sostenga esto tenga más profundidad”.
Desligar al teatro drag que se puede ver en Dionisios (y que es una especie de perla rara, pues en el mundo, según Moreno, apenas hay 40 grupos que hacen este tipo de teatro, el resto de los artistas drag van con una propuesta más que nada performática e individual, como lo hace el ecuatoriano Mauricio Erazo o Shirley Stonyrock) de la militancia es imposible; y en Ecuador también es difícil no vincularlo con una función educativa.
Al respecto, Sierra -quien tiene un proyecto performático individual de travestismo con Malva Malabar- incluso dice que “Dionisios está cumpliendo una tarea que no está cumpliendo el Estado”. Esto por las temáticas de sus obras, algunas de ellas enfocadas hacia la prevención de enfermedades, pero sobre todo de difundir un mensaje: todas las identidades (sexuales o no) son válidas y respetables, porque no son más que expresiones humanas.
Rivadeneira complementa: “Hay que reconocer que con esta suerte de especulación estética, de indagación y búsqueda hemos aprendido a ver de otra manera, ya por fuera de la curiosidad o el morbo. Faltará mucho todavía pero creo que lo que Octavio Paz llamaba en su momento ‘la reivindicación de las diferencias’ es lo que estamos viendo en la propuesta teatral de Dionisios”.
La validez de esta militancia, desde el arte, es total en el contexto actual -en el de siempre-, de acuerdo con Sierra y Rivadeneira. Sobre esto, el segundo ensaya una explicación: “No hay una forma artística que no sea militante, todas traen implícito este ‘comprometimiento’, aunque suene anacrónico. Y lo que estamos viendo en el teatro drag es que hay una posición ideológica, en el sentido de tener una presencia, que el artista sostiene porque ha experimentado, indagado y ha puesto su punto de vista en juego”.
Cerca de 11 años después de que el primer reportaje sobre Moreno y Dionisios saliera publicado en un medio, el protagonista mira hacia atrás, y ve que el camino andado ha sido satisfactorio. Anoche lo celebró en grande, y a partir de marzo lo seguirá haciendo con teatro y con convicción.
Claroscuro de Dionisios
El teatro drag no está muy difundido en el mundo, como sí lo está el performance drag, que no tiene que ver con las salas y la estética teatral. Por eso la propuesta de Dionisios es innovadora y tiene mucho potencial, según los expertos, sobre todo por la estética “muy ecuatoriana” que ha logrado imprimir Daniel Moreno a sus personajes, alejándose del estereotipo de la diva.
De acuerdo a León Sierra, al “encapsular” su teatro en un escenario, Dionisios está transitando un camino sinuoso, pues se corre el riesgo de quitarle la esencia contestataria a esta expresión artística. “Es ambiguo, porque por un lado es un ir más allá y por otro lado es convencionalizarlo”.