El sabor y la comodidad aumentan el consumo de alimentos hiperprocesados

Ilustración sobre consumo de alimentos procesados y sedentarismo.

Ilustración sobre consumo de alimentos procesados y sedentarismo.

Todavía falta cumplir con la mitad de lo que estaba previsto para la jornada y el estómago se queja. Es hora de comer pero el trabajo no está terminado. Se encuentra en la oficina, la calle, la universidad, no tiene tiempo para cocinar y busca lo primero que encuentra para saciar el hambre. Una hamburguesa o unas papas resultan más rápido y un caramelo para endulzar la boca. Luego, en casa, rebusca en la despensa y encuentra un cartón de fideos que se preparan al instante: es lo más fácil para cocinar sin tanto esfuerzo.

Fáciles de llevar, convenientes y accesibles son las tres características que tienen todos los alimentos ultra procesados en común. Según la Panamerican Health Organization son densos en calorías y tienen un alto contenido de grasas, azúcar o sales; se diferencian de los alimentos procesados por contener muy pocos o ningún producto natural.

La mayoría ha pasado por un proceso de transformación y se les añade conservantes, aditivos cosméticos, minerales sintéticos, endulzantes o colorantes. Por ejemplo algunos ‘snacks’, gaseosas, caramelos o chicles son considerados alimentos hiperprocesados. Germán Robayo, bioquímico farmacéutico especializado en alimentos, afirma que este tipo de productos son todos aquellos que no tienen un valor nutricional.

La irresistible explosión de sabores dulces en la boca muchas veces provoca un placer que no se compara al de comer una hoja de lechuga. Según las estadísticas de Nielsen, la preferencia al sabor sobre la salud en Latinoamérica ha provocado, durante el 2013 y el 2014, un incremento del 9% en las ventas de ‘snacks’ con respecto a años pasados. Este producto alcanzó los USD 30 000 millones de ventas en solo un año.

Pero esta preferencia cobra caro a la salud. Si se consume en exceso alimentos hiperprocesados, las principales consecuencias son la obesidad que posteriormente podría derivarse en diabetes tipo 2. Según la Organización Mundial de la Salud, en el 2012, se calcula, hubo alrededor de 44 millones de niños menores de 5 años (el 6,7% de la población mundial) con sobrepeso u obesidad.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), publicada en el 2014, afirma que el 29,9% de la población escolar (de 5 a 11 años) en Ecuador es obesa; mientras que en la población adulta (de 19 a 60 años), el porcentaje es de 62,8%.

Sin embargo, estos casos son producto de un consumo excesivo de este tipo de alimentos. La nutricionista Sara Rivera explica que cualquier tipo de alimento que no sea totalmente natural perjudica al organismo si se lo consume en exceso. Recomienda que se equilibre la cantidad de los diferentes tipos de productos con un 70% de alimentos naturales y un 30% de alimentos procesados.

Pero nuestro cuerpo necesita de azúcares y grasas

El azúcar lo único que contiene son hidratos de carbonos (sacarosa), una molécula de glucosa y otra de fructosa. Carece de proteínas, grasas, minerales y vitaminas, pero produce energía para el funcionamiento de los diferentes órganos del cuerpo. Por ejemplo, el cerebro es el responsable de consumir un 20% de la energía y utiliza la glucosa como único sustrato.

Las grasas también cumplen un rol importante en el organismo. Por ejemplo, los fosfolípidos se encuentran en cada célula del cuerpo. Las grasas son las encargadas de dar energía. Su oxidación produce 2,25 veces más energía por unidad de peso que los carbohidratos y proteínas. Sin embargo, se debe consumir estos productos con moderación. Por el contrario, un exceso de sal puede provocar hipotensión, y mucha grasa o azúcar conlleva a un sobrepeso.

Si se consume más de lo debido, el organismo necesitará más energía para poder eliminar las toxinas y el cuerpo se sentirá cansado. Rivera aconseja hidratarse con agua natural para poder eliminar las toxinas.

En contexto
Los alimentos hiperprocesados se caracterizan por su alto contenido de sales, azúcares y grasas; además suman aditivos y preservantes y no poseen ingredientes naturales. El excesivo consumo de estos productos conlleva a la obesidad y podría derivar en diabates tipo2.

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