La intervención de la casa Juan Jaramillo, ubicada en el Centro Histórico de la capital azuaya, duró 15 meses desde que se aprobaron los diseños. Ese inmueble estaba prácticamente abandonado y en pésimas condiciones. En la parte posterior funcionaba una cantina clandestina y era un refugio para alcohólicos.
El pasado 31 de octubre, a propósito de las fiestas de Independencia de la ciudad, se realizó la presentación de esta casona. En esa estructura se logró combinar de forma armónica dos estilos: el tradicional, que se mantiene en la primera crujía, y el contemporáneo, que se destaca en la parte posterior y que cuenta con cuatro niveles.
En total hay siete unidades habitacionales, entre suites, lofts y un departamento dúplex. En la parte frontal se habilitaron dos locales comerciales. La obra estuvo a cargo de la Inmobiliaria San Alberto Magno (ISAM).
Es el tercer proyecto de este tipo que se ejecuta en la capital azuaya. Los otros fueron la Casa Heredia Carrasco en El Barranco del río Tomebamba y el otro en la zona de San Sebastián, donde también hay suites, dúplex y lofts. Estuvieron a cargo de ISAM.
Este tipo de proyectos busca ofrecer las comodidades actuales y a la vez que sean una semilla para lograr que el Centro Histórico recupere su habitabilidad, señala el director de la obra, Carlos Espinoza.
El diseño busca integrar lo nuevo con lo viejo para crear un conjunto armónico que utiliza la luz natural a través de patios, terrazas, ventanas y perforaciones en las losas.
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