Los nuevos diseños de portones siguen los parámetros constructivos de los antiguos. Las gráficas muestran las imágenes de los más importantes de Los Chillos, un valle que estaba repleto de haciendas y casonas. Algunos, como de La Bolivia, Santa Clara o San Agustín son relativamente modernos y datan de la segunda mitad del siglo pasado. Otros son más veteranos, como los de las haciendas de Chillo Jijón o la Quinta Jaicos, ubicada en Cotogchoa.
¿Qué elementos deben tener los portones actuales? Pues los mismos que se usaban en los antiguos, resalta Eduardo Vallejo.
“Se trata de rescatar los elementos constructivos y decorativos de aquella época utilizando las pilastras y arcos de piedra rosada (basílica semirrústica) que se conseguían en las canteras de La Chorrera, ubicadas en las faldas del Pichincha, en Quito”.
A esta basílica se la coloca con un revocado rehundido, para que así se aprecie el relieve de la piedra. En los aleros del portón se colocan el canecillo (de eucalipto o chanul), con figuras rehundidas lateralmente, revestidas de carrizo en vez de duelas.
En las puertas se emplean ahora maderas de seike, ensambladas con tablones y dobles piezas, únicamente con tarugos (sin clavos ni pernos). Las maderas escogidas se tratan con aceite de teca y ceras especiales para su mantenimiento. Los apliques son de hierro forjado y los rosetones metálicos. Casi como en La Colonia.