Un espacio lúdico para optimizar el trabajo

Fotos: patricio terán / elcomercio

Fotos: patricio terán / elcomercio

Imagine tener reuniones de su empresa sentado sobre el césped sintético de una minicancha de fútbol y que las paredes de vidrio estén recubiertas por un vinilo cuya imagen sea la del graderío de un estadio.

¿Raro para el medio, verdad? No obstante, esta imagen es parte del trabajo cotidiano de Kruger, compañía ubicada en las calles Arízaga Luque y Federico Páez, en El Batán Alto, Quito.

Y todo ese trajín se debe al diseño lúdico del edificio que fue inaugurado hace dos semanas. La original edificación tiene 2 600 m² de construcción distribuidos en ocho pisos, incluidos los dos subsuelos, dedicados a estacionamientos.

La idea surgió luego de una encuesta realizada a los trabajadores de la empresa, afirma Ernesto Kruger. Sin embargo, fueron seis los ejecutivos que plasmaron estas ideas en diseños, incluido él: Belén Páez, Miguel Rivera, Pablo Zárate, Boris Monsalve y Bolívar Montesdeoca.

Para ingresar al edificio hay que subir por unas gradas en forma de bloques de lego. Al final de estas se presenta una recepción multicolor que muestra un jardín vertical que cubre la pared de tope a tope e incluye cuatro pantallas planas, que muestran información de esta empresa consultora de innovación estratégica.

Es un edificio flamante. En seis meses se realizó la obra civil. Para Kruger, todas las empresas de innovación, cambio y desarrollo humano deberían programar diseños de esta categoría, pues fomentan la creatividad.

Los diseños de los toboganes, las redes de pescar y la pared de escalada fueron pensados en la idea de volver a la niñez, perdiendo los miedos, pues, para el empresario, "solo así puedes crear". De la iluminación, así como de la automatización del edificio, se encargó a una de las empresas que nacieron de Kruger Labs y cuya razón social es Saycont S.A.

Marco Velásquez explica que las lámparas tienen balastros electrónicos que 'dimerizan' el sistema eléctrico con una regulación de 0 a 10 voltios, lo que permite ahorro energético.

La inmotización (automatización de edificio) no solo comprende crear escenas con la iluminación, sino también automatizar otros sistemas como el de seguridad.

En el tercer piso se encuentra una sala de reuniones con forma de cancha de indorfútbol ya reseñada. "Si se retiran los muebles podemos jugar un partido de fútbol-tenis", afirma entre risas Kruger.

Otra sala de reunión simula estar dentro de un submarino; su mesa de trabajo es una mesa de pimpón.

Los ascensores tienen cobertura de vinilo en su interior y su exterior. Los usuarios se sienten como que están viajando por las nubes.

La mayor parte del mobiliario fue construido bajo pedido. Es de melamínico tropical y elaborado por un carpintero particular. De esta manera se economizaron precios.

Kruger Labs es un piso entero en el que se desarrollan nuevas empresas con el apoyo económico y tecnológico de Kruger. Allí, el diseño trapezoidal de las mesas parece el juego chino del tangram y permite una gran interacción.

Sobresalen del techo estructuras metálicas de colores que apoyan la organización de los cables de redes, pues permiten que cada usuario coja un cable, se conecte y se siente a trabajar. Los pufs también tienen su espacio, así como un minigolf, un billar y un futbolín.

Los amplios ventanales dan mayor iluminación natural por más horas. Además, el vidrio también se utiliza como pizarra. El tobogán fue lo más costoso: USD 13 000.

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