Cuando los menores de edad participan en las actividades de la cocina es más sencillo que desarrollen hábitos alimenticios saludables. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
Cada día son más los niños que sufren de sobrepeso u obesidad en el país y el mundo. De acuerdo con las cifras publicadas en el Tomo I de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2012) en 26 años –desde 1986 al 2012- el porcentaje de ambas enfermedades se duplicó en niños menores de cinco años: pasó del 4,2% al 8.6% en el Ecuador.
En todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumentó de 32 millones en 1990 a 42 millones en el 2013, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las cifras preocupan a nutricionistas como Susan Bowerman, de Herbalife, y es por esa razón que ahora recomienda incluir a los niños en la preparación de los alimentos. El objetivo es que los infantes aprendan a seleccionar productos saludables para la elaboración de sus platillos.
Con esa actividad, de acuerdo con el psicólogo Napoleón Vásquez, también se estrechan lazos familiares, pues pueden participar padres e hijos.
También se crea consciencia sobre la importancia de consumir productos naturales, en lugar de aquellos que contienen colorantes y preservantes.
Resulta más sencillo y efectivo hacerlo en un ambiente diferente, alejado de la cotidianidad y solo con palabras. Durante la preparación de los alimentos los niños pueden sentir texturas y experimentar nuevos sabores.
“Cocinar es una actividad creativa y divertida que estimula todos los sentidos. Además, es un espacio en el que podemos explicarles qué alimentos son los más nutritivos”, explicó Bowerman.
De acuerdo con la nutricionista Francisca Cifuentes, el aumento de sobrepeso y obesidad se debe al consumo de una dieta desequilibrada con gran contenido de azúcar y grasas saturadas. Se encuentran en las gaseosas, galletas, chocolates, caramelos, pan.
Otro factor que influye en el aumento de esas dos enfermedades no transmisibles es comer fuera de casa, pues los alimentos que se consumen en la calle tienen más calorías y grasas, y proveen menos calcio y fibra.
Para evitar caer en la tentación, es importante preparar con anticipación determinados platillos. En muchos de ellos pueden intervenir los más pequeños de la casa: un sánduche de queso, un sánduche de pollo, gelatina, pudín. Mientras un adulto corta el queso, un niño puede armar el sánduche.
Según Bowerman, esas actividades estimulan al infante. “Cuando los niños participan en el proceso de selección de los ingredientes son más propensos a probar sus creaciones”.
Durante el proceso los pequeños descubren los beneficios de los productos saludables y con el paso del tiempo seguramente replicarán la experiencia con sus hijos.