Un grupo de arqueólogos italianos está buscando en Irán las huellas de una “procesión de animales fantásticos” que debía extenderse sobre el muro de un edificio del área de Persépolis, la antigua residencia imperial persa fundada por Darío I en torno al 520 a.C., uno de los principales sitios arqueológicos del mundo.
Los primeros testimonios de este espectacular hallazgo -indicó en Teherán el arqueólogo Luca Colliva- se descubrieron durante un proyecto tendiente a identificar algo hasta ahora desconocido: dónde vivían los ciudadanos comunes de Persépolis, los que ni residían ni iban a los monumentales palacios que desafiaron los milenios.
Al ilustrar los resultados de la última excavación, Colliva refirió que la misión arqueológica ítalo-iraní examinó un área situada a unos tres kilómetros de la famosa “terraza” que albergaba los palacios imperiales.
En el sitio conocido como Toll-e Ajori, los arqueólogos de las Universidades de Bolonia y Shiraz, encabezados por Pierfrancesco Callieri y Alireza Askari Chaverdi, sacaron a la luz un tramo de una imponente estructura en ladrillos, crudos y cocidos, del período aqueménida.
La fachada externa estaba realizada internamente en ladrillos decorativos con relieve y recubiertos externamente por una “pátina vidriosa coloreada”.
Allí se encontraron ladrillos con partes de “animales fantásticos”, y en algunos casos también posibles figuras humanas, que “seguramente realizaban un diseño como el que fue encontrado en Susa por los franceses en el siglo pasado”.
La referencia es a la actual Sush, que se convirtió en residencia imperial de los persas aqueménidas y constituyó una de sus capitales, junto con Ecbatana y Babilonia. Los ladrillos aquí hallados formaban decoraciones que incluían figuras de grifos y toros alados.