Chocolate de las cinco harinas se elabora en Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Ecuador Tierra del Cacao
Cacao, agua o leche, fuego y un molinillo son los elementos básicos para hacer una de las bebidas más apetecidas: el chocolate. En el Ecuador la costumbre más antigua deja de lado las barras comestibles para concentrarse en el consumo del chocolate como bebida.
Lourdes Páez, autora de libro ‘Ecuador Tierra del Cacao’, recogió en su texto una serie de recetas que demuestran las distintas formas de consumir el chocolate caliente en cada región.
El libro reúne la historia del cacao y su vinculación con el país. Pero las preparaciones son un tributo a este alimento que no ha encontrado publicaciones en recetarios. “Aquí lo vemos como algo cotidiano y no le damos tanta importancia. Pero la cultura del chocolate en el mundo es muy valorada y desarrollada”, dice Páez.
El chocolate ha sido una tradición cuyos inicios en el Ecuador se desconocen. Sin embargo -según la publicación de Páez-, el consumo más antiguo data de hace 5 300 años en Zamora Chinchipe, por la cultura Mayo Chinchipe. Allí se encontraron vestigios de una botella con una bebida elaborada con cacao y un tiesto con residuos alimenticios.
Desde entonces la bebida ha recibido numerosas influencias hasta lo que conocemos hoy. Una de ellas es la leche, pues antes se lo tomaba únicamente con agua –y era más ligero-. Algunas preparaciones han heredado la tradición mexicana de mezclarlo con harina de maíz o española con harina de trigo, para darle espesor.
Aún hoy se conserva una variedad de elaboraciones que hacen de este néctar una tradición viva. Empezando por las bebidas espesas, en Santo Domingo de los Tsáchilas se hace una elaboración conocida como Chocolate de las siete harinas. Esta consiste en moler juntas harinas de maíz, haba, arveja, trigo, fréjol, lenteja y cacao. Esta especie de colada es una “bebida de desayuno propia de las zonas montuvias para sostener el cuerpo durante largas horas de trabajo bajo el calor y humedad del monte tropical”, dice Páez.
Siguiendo esta línea de consumir el chocolate como alimento –y no solo como una golosina-, en Tungurahua se acostumbra agregar máchica a esta bebida. Tal receta hace honor a los cultivos de cebada, con esta bebida energética.
Más al sur de la Sierra ecuatoriana, en Azuay, se realizan preparaciones como el chocolate con espumilla. En la mezcla el dulce se agrega con un elemento externo, pues combina el sabor potente del chocolate oscuro con el dulzor y textura ligera de la espumilla.
En Pichincha e Imbabura, en cambio, uno de los consumos más comunes es el chocolate de hoja. Obtuvo este nombre por la forma en que se envolvían las tabletas de chocolate, pues se entregaba en hojas de plátano o achira. Para esta preparación se utilizan las tabletas artesanales de Ambato –con azúcar- o las de Cuenca –sin endulzante-.
El gusto especial llega con los trozos de queso que se añaden. En su mayoría se utiliza queso de hoja por su frescura y su facilidad para derretirse en la bebida caliente. Así el queso entrega un contraste salado.
Mientras que el chocolate, en Esmeraldas, fusiona productos de la Costa para disfrutar de esta bebida. En ‘Ecuador Tierra del Cacao’ se menciona, por ejemplo, que en Río Verde se utiliza al coco como endulzante. Se lo carameliza con panela –casi como una encocada- que se coloca por trozos en la bebida para darle sabor.
Esta pequeña muestra dentro del Ecuador da cuenta de la diversidad de preparaciones que se desarrollan en torno al chocolate en el país. Una lista que se extiende cada día por la devoción que crea esta inigualable bebida.