‘¡Chist!’, de Les Luthiers, pone a aplaudir de pie al Teatro Nacional

El Teatro Nacional de la Casa de la Cultura lució lleno con la presentación de Les Luthiers. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

El Teatro Nacional de la Casa de la Cultura lució lleno con la presentación de Les Luthiers. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

El Teatro Nacional de la Casa de la Cultura lució lleno con la presentación de Les Luthiers. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

Son unos ‘rock stars’ y lo saben. La gente los ve y grita, aplaude de pie, se emociona. Aunque volvieron a Quito sin uno de sus integrantes clásicos (Daniel Rabinovich, quien falleció a los 71 años en el 2015), la puesta en escena de Les Luthiers gozó de la chispa y el ingenio de siempre.

Con la presentación de anoche, viernes 27 de enero, en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, abrieron una temporada de tres días en Quito, que continúa hoy a las 20:30 y mañana a las 18:00.

La última vez que pasaron por aquí fue hace 13 años y, como acostumbran, llenaron el teatro; igual que hace aproximadamente 30 años que vinieron por primera vez. Ayer, el Teatro Nacional estaba a tope y el público –compuesto mayoritariamente de parejas maduras y familias– no dejó de reír y aplaudir desde el minuto uno.

Ni la altura ni la edad de los intérpretes osan pasar factura al espectáculo. ‘¡Chist!’ mantiene intacto el espíritu del elenco argentino, y al ser una antología que recoge 10 de sus ‘sketches’ clásicos, como La comisión (Himnovaciones), Manuel Darío, Educación sexual moderno o La bella y graciosa moza, logra conectar inmediatamente con el público, que identifica desde el inicio los chistes y los celebra de buena gana.

Con un montaje impecable y remozando las parodias gracias a la actualización de algunas de las situaciones, Les Luthiers logra profundizar en su vena política, sin ser evidente. Así, por ejemplo ‘¡Chist!’ está cargado de alusiones muy sutiles a la situación política del continente, en donde los autoritarismos, la guerra contra los medios de comunicación y la corrupción campean.

Tras dos horas exactas de espectáculo, se despiden, pero los aplausos de pie del público los regresan al escenario donde interpretan una última obra fuera de programa, a cargo de su archifamoso Johann Sebastian Mastropiero, el Blues Fourteen, un divertimento musical que cierra con humor culto un espectáculo digno de antología.

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