La aceptación de crear un fondo verde que acumule USD 100 000 millones para repartirlos a partir del 2020 aparece como uno de los principales puntos de los Acuerdos de Cancún.
Se trata de un conjunto de documentos que salió al final de la XVI Conferencia de Cambio Climático (COP 16), que finalizó la madrugada de ayer.
También hubo avances que conducirían a la firma de un segundo período de compromisos del Protocolo de Kioto (acuerdo para la reducción de emisiones). Este acuerdo, firmado en 1992, establece obligaciones para cada país firmante –entre ellos Ecuador- de reducir las emisiones de los gases contaminantes (dióxido de carbono y otros).
El fondo verde será alimentado por fondos públicos y privados de los países desarrollados. A corto plazo será de USD 30 000 millones y hasta el 2020, USD 100 billones. Estos recursos serán para apoyar a los países pobres en sus retos de afrontar el cambio climático. Se priorizará a los considerados más vulnerables, aunque Latinoamérica está excluida de este grupo. Por eso durante la cita, Guatemala, por ejemplo, exigió un replanteo en las evaluaciones de las vulnerabilidades.
No obstante, casi todos coincidieron en que este es un paso esperanzador para que el año próximo en Durban, Sudáfrica, se alcancen acuerdos vinculantes y se concrete la segunda parte de los compromisos del Protocolo de Kioto. Para el investigado José Garibaldi, miembro del equipo negociador de Perú, se trató de un relanzamiento del régimen multilateral sobre cambio climático. “Es la primera vez que existe una meta global y por países sobre reducción de emisiones en un promedio total del 17% con respecto al nivel de 1990 y con una primera revisión para el 2013”.
Sin embargo, Bolivia mostró su total desacuerdo y su delegado, el embajador ante Naciones Unidas, Pablo Solón, insistió que no cubrían lo requerido para evitar que la temperatura de la Tierra suba en 2 grados hasta el 2050. Además, que tampoco definen los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero ni evitan el calentamiento global.
Garibaldi aceptó que son insuficientes los compromisos, pero “el problema de Bolivia es que quiere todo de inmediato. Es mejor acceder a lo que se tiene e incrementar poco a poco”.
Estos acuerdos se concretaron al cierre de una jornada maratónica que probó la resistencia de los participantes. Como estrategia para desentrampar las negociaciones, la presidenta de la COP 16, la canciller mexicana Patricia Espinosa, encargó la misión a las comisiones integradas por ministros de varios países.
A las 03:30 de ayer el encuentro terminó con la aprobación de los acuerdos y en medio de aplausos, abrazos y estrechones de mano entre los cientos de participantes que coparon el salón Ceiba.
Los Acuerdos de Cancún ahora son interpretados como una señal positiva. Así lo reconocieron países como España y las organizaciones ambientalistas aceptaron con cautela. Ayer, aún somnolientos y con prisa por alcanzar los vuelos de retorno hacia sus países, los negociadores reconocieron que hay una recuperación de la confianza, minada luego del fracaso de la cumbre realizada en Copenhague en el 2009.