Morgan Freeman interpreta a Ilderim, un jeque que rescata a Ben Hur. En el 2005 ganó un Oscar como Mejor actor de reparto en la película ‘Million Dolar Baby’. Foto: Paramount Pictures
En el tercer fin de semana de agosto de 2016 llega a las carteleras ‘Ben-Hur’, una nueva adaptación cinematográfica de la épica novela de Lew Wallace (1880), bajo la dirección del ruso Timur Bekmambetov, conocido por su trabajo en ‘Abraham Lincoln: cazador de vampiros’ y ‘Wanted’.
La película retoma la esencia épica de la novela para hablar sobre el valor de la amistad y la naturaleza de la fe, en una historia que gira en torno a un oficial del ejército romano, Messala, y un noble judío, Judah Ben-Hur, cuya estrecha relación se ve quebrantada por un casual incidente.
Acusado injustamente de intentar asesinar a un procurador romano, Messala antepone su deber como soldado al sentido de lealtad hacia su amigo Ben-Hur, quien es separado de su familia y condenado a vivir el resto de su vida como esclavo en las galeras de los navíos romanos. Un hecho que lo lleva a vivir una odisea donde el odio y el deseo de venganza se convierten en su principal motivo para vivir.
Otra aventura es la que emprende el director Bekmambetov al ponerse al frente de una producción, cuyo bien conocido argumento ha sido llevado a la pantalla grande en más de una ocasión, con la idea de respetar la historia original pero implementando ciertos cambios que se adapten de una mejor manera a los gustos cinematográficos actuales.
En ese sentido, el director se inclina por el desarrollo de una historia épica que no deja de rendirle culto al héroe caído en desgracia, que emprende el camino hacia la redención imponiendo su voluntad a los letales desafíos del destino.
No dejarán de impactar en la pantalla los brutales castigos a los que son sometidos los esclavos en las entrañas de las naves romanas de combate o la gloriosa carrera de cuadrigas donde los protagonistas enemistados se reencuentran para disputarse el honor.
Odisea actualizada y estilizada en sus formas con un llamativo acabado visual, apuntalado en la tecnología digital, un buen trabajo de fotografía y un decoroso diseño de arte que crea las condiciones necesarias para que Jack Huston, en el papel de Ben-Hur y Toby Kebbell como Messala mantengan latente la tensión dramática que los conducirá al punto en el que deban decidir entre el castigo o el perdón.
Punto decisivo donde la historia recupera su condición de reflexión moral, que apunta a revelar la condición humana y la naturaleza de la fe.
Entonces la presencia casi desapercibida de un joven rabí de Nazareth condenado a morir en la cruz de pronto se vuelve una figura imprescindible en el destino final del héroe. En la historia de Judah Ben-Hur queda expuesta la gloria de un imperio y las debilidades de la humanidad.