Magali Tasiguano casi no siente frío en las noches cuando llega al Panecillo. El traje de algodón que utiliza para representar a Papá Noel le cubre todo el cuerpo, mientras su esposo Fabián Herrera anima a las personas (que llegan hasta el sector ya sea a mirar el pesebre o a rezar la novena) a tomarse una fotografía con Santa Claus, junto al pesebre gigante y la ciudad como fondo por USD 2. La idea se le ocurrió a él. Desde hace algunos años se dedica a este oficio, pero con otros personajes que son la admiración de los niños. Aprovechando la época, desde el año anterior animan también agasajos y fiestas navideñas en escuelas del centro de la ciudad. Ella baila en medio de la ilusión de los más pequeños, mientras Fabián, junto a su impresora portátil Canon, alista las fotos del recuerdo más preciado para algunos de ellos.
El imaginario del Papá Noel ha perdurado durante décadas en la mente de niños y adultos. El personaje recreado en 1931 por el pintor Habdon Sundbolm (inspirado en la historia del obispo San Nicolás de Bari) nació como una estrategia publicitaria de la empresa Coca Cola después de la crisis económica estadounidense.
En el norte de Quito, en uno de los centros comerciales más concurridos de la ciudad, un Papá Noel de 1,83 metros de altura y abdomen voluminoso, saluda y bromea con todos quienes se apresuran a comprar los últimos regalos para la Nochebuena. ‘El Chulla Noel’, como prefiere que se lo llame, es nuevo en esta actividad. Quiere registrar su pseudónimo en la historia de los Noeles urbanos. Imposible pasar por delante del estand de galletas que lo contrató, sin que su sonrisa bonachona y su personificación sea admirada por todos.
A él, le toma alrededor de 20 minutos colocarse el traje en uno de los baños del lugar; curiosa escena: decenas de personas que se sorprenden de ver a un Papá Noel sentado sobre un retrete. La fotografía con ‘El Chulla Noel’, junto al árbol navideño y paquetes de galletas de promoción, cuesta USD 1,50.
En el bulevar de la av. Naciones Unidas, la magia y pasividad que inspiran las sonrisas de los personajes del Colectivo Arte Social, incluidos los tres Noeles y algunas hadas madrinas, contrasta con el desgastante tráfico del sector más comercial de la ciudad y, por ende, el más concurrido en estas fechas. El trabajo del Colectivo es auspiciado por una empresa pública municipal. Dos carrozas que simulan los trineos se avivan con los deseos de ¡Feliz Navidad! de dos Noeles y la dulzura de las hadas, mientras el otro Noel, con campana en mano, recorre gritando junto a zanqueros por las veredas de la avenida, recordando que es época de paz. Tomarse una fotografía con estos personajes no tiene valor.