La agrupación musical de tango electrónico se presentó ayer, 16 de abril, en Quito. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Dos temas interpretados por el baterista Raúl Molina y el saxofonista Luis Sigüenza fueron la antesala para recibir en el escenario del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura a los integrantes de Bajofondo, la noche de este jueves 16 de abril.
Con las localidades casi llenas, la agrupación rioplatense se dejó escuchar nuevamente en vivo tras siete años desde su última presentación en Quito. En su regreso a la capital, la agrupación vino preparada para repasar algunos de los temas con los que alcanzaron reconocimiento mundial. Pero además, llegaron para presentar una muestra de su más reciente producción discográfica ‘Presente’, la misma que da nombre a su nueva gira musical.
Aunque ‘Presente’ fue grabado con 11 violines, cuatro violas, tres violonchelos y tres contrabajos, para exaltar la esencia de los instrumentos de cuerda, sobre el escenario siete músicos fueron suficientes para revivir el característico sonido que fusiona elementos del tango, la milonga, el candombe con la electrónica.
El concierto arrancaba con una introducción que parecía cronometrar el tiempo que le ha llevado al grupo definir ese sonido de vanguardia con el que ya pretenden desprenderse de la etiqueta del electrotango para llegar al ‘bajofondo’ como género en sí mismo.
Tras Código de barras, los acordes de Montserrat provocaron la algarabía del público que agradeció con un extenso aplauso. Los temas de ‘Presente’ como Segundos afuera, Pena en mi corazón, Pide piso, Sabelo, La trufa y el sifón, Lluvia o Circular se intercalaban entre canciones más familiares y que ya suenan a clásicas como Duro y parejo, El mareo o Perfume.
Luego de que Gustavo Santaolalla dejara escuchar su voz en los versos de Pena en mi corazón, hizo una pausa para recordar su última visita a Quito y agradecer su regreso.
Con la casi nostálgica Miles de pasajeros, Bajofondo cerraba la primera parte de un show en el que un delirante violín se disputaba el protagonismo con la potencia de los teclados y percusiones y el dulce y a veces melancólico bandoneón.
“Llegó ese momento del show en que convidamos a toda la gente que está con nosotros a que se unan a ese rito tan antiguo, tan profundo y tan simple que es bailar”. Así Santaolalla incitaba un pequeño desorden y fue el pretexto para que el público se despegue de sus asientos y empiece a bailar con el Grand Guignol.
La energía que desprendían los artistas en escena rápidamente contagió a los espectadores que aplaudían y bailaban cada tema como si fuera el último de la noche.
El espectáculo, animado con la proyección de videos conceptuales que complementaban la identidad de cada canción, llegaba a su fin con candombe incluido.
Tras una eufórica y larga aclamación, los músicos volvieron a escena para rematar con Leonel, el feo, Perfume y Tangueros, temas que compartieron con cerca de una veintena de espectadores que pudieron subir al escenario para bailar junto a los músicos con quienes también aprovecharon para sacarse fotografías.
La noche de Bajofondo terminó con los ritmos, los bailes y los versos del Río de la Plata, los de antes y los de ahora, en un ‘Presente’.