El diseño pasivo permitió la iluminación y la ventilación naturales óptimas. Foto: cortesía Taller de Arquitectura
Redacción Construir (I)
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La confrontación de la XIX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito (BAQ2014), que culminó el 21 de este mes, premió a los mejores de 546 trabajos en seis categorías.
Una de ellas, Hábitat Social y Desarrollo, tuvo carácter mundial y no incluyó divisiones entre premios internacional y nacional, lo que aumentó la importancia del galardón.
El triunfador en este ítem fue un proyecto ecuatoriano: la Casa Albergue, obra de MCM+A, un taller de arquitectura conformado por Natalia Corral, Pablo Moreira, Rubén Moreira, Yadira Álvarez, Milton Chávez y cinco colaboradores más.
La Casa Albergue es una edificación levantada en el barrio Unión y Progreso de Francisco de Orellana (Coca), provincia de Orellana, Amazonía.
El constructor fue el Arq. Mario Arroyo, quien contó con el apoyo de los Hermanos Menores Capuchinos y su Servicio de Cooperación para el Desarrollo, el Gobierno de Navarra y la diputación de Vizcaya.
Los promotores son la Fundación Alejandro Labaka y el Vicariato de Aguarico (Miguel Ángel Cabodevilla, Juan Carlos Andueza, Milagros Aguirre…).
El jurado de la BAQ que premio el proyecto estuvo conformado por los Arqs.: Carlos Montoya, de Colombia; María Rasmussen, de Suecia, y Line Ramstad, de Noruega.
El jurado reconoció en la Casa Albergue “la integración de los aspectos fundamentales del hábitat social en un trabajo que va desde lo disciplinario a lo multidisciplinario e incluye lo sociológico, antropológico y climatológico con una arquitectura placentera”.
El proyecto nació como una solución para la falta de un lugar de posada para las comunidades indígenas de Orellana. El Albergue da vivienda temporal a esas poblaciones cuando están fuera de su entorno real.
Hoy, la casa tiene capacidad para 40 camas. Allí acuden desde jóvenes estudiantes que necesitan vivienda temporal, hasta ancianos que deben salir de sus comunidades para sus gestiones personales.
En cuanto a la arquitectura, MCM+A privilegió el diseño pasivo para optimizar estrategias bioclimáticas como la protección solar y la ventilación cruzada. Ambas incidieron en el diseño del espacio.
Según Natalia Corral, la volumetría, las proporciones, las alturas, la forma de las cubiertas y la presencia del patio central parten de este análisis.
El patio no solo genera condiciones climáticas de alto confort térmico, sino que su presencia (verde, exuberante, húmeda y amplia) produce una satisfacción sensorial agradable. Es el corazón del proyecto.
Los criterios de diseño pasivo evitaron los sistemas de climatización eléctricos. La ventilación se logra por medio de celosías o chazas bajas y altas, en lugar de tabiques cerrados.
El patio hace de chimenea de succión y las dobles cubiertas aspiran el aire caliente del interior hacia el exterior. Hay ventanas tipo persianas para el control de la incidencia solar y pisos ‘deck’, que optimizan el flujo natural del agua y del aire.