Alta tecnología para evitar fraudes al comprar con tarjetas de crédito

Los lectores actuales leen tarjetas de crédito magnéticas y de chip. Foto: EL COMERCIO

Los lectores actuales leen tarjetas de crédito magnéticas y de chip. Foto: EL COMERCIO

Una tarjeta con chip, también llamada tarjeta inteligente, es una tarjeta de crédito o de débito con un chip de ordenador incorporado en la cara de la tarjeta. Esa es la única ­diferencia en su apariencia. Casi todas las tarjetas con chip que los bancos están enviando a sus clientes tienen aún bandas magnéticas que serán utilizadas por las tiendas que aún no tienen los nuevos lectores de tarjetas.

Los lectores actuales leen tarjetas de crédito magnéticas y de chip. Foto: EL COMERCIO

La tecnología de banda magnética tiene décadas de antigüedad y se utiliza ampliamente, a pesar de que es relativamente fácil de ‘hackear’ o de clonar. De acuerdo con estimaciones de la industria estadounidense, alrededor de la mitad de los 12 millones de lectores de tarjetas en las terminales de pago en EE.UU. pasará a aceptar tarjetas con chip a finales del 2015.

En ese país se ha establecido el 1 de octubre como plazo en el que la responsabilidad por fraudes con tarjetas de crédito ya no será necesariamente de los bancos, sino de los comerciantes o, más bien, de la entidad que tenga la tecnología menos segura. Hay 3,4 millones de tarjetas con chip en uso en todo el mundo según el sitio web de EMV Connection. EMV es el acrónimo de Europay, MasterCard y Visa, las empresas que originalmente desarrollaron tarjetas con chip.

Estos números cobran relevancia al tener en cuenta que la adopción inmediata y completa de la tecnología de chip tomará algunos años. Canadá demoró ocho años para alcanzar un 90% de conversión.

En Ecuador, se han implementado nuevas iniciativas como DataMóvil, un sistema pensado para pequeñas y medianas empresas, que consiste en un lector de tarjetas que se conecta a un teléfono inteligente, para que una aplicación instalada en el mismo pueda recibir y enviar las transacciones de forma encriptada y segura. El lector está en capacidad de leer tanto las tarjetas o con banda como con chip.

Mayor seguridad
Las tarjetas con chip están años luz por delante de las tarjetas de banda magnética, en términos de seguridad. Lo más importante es que el chip establece una comunicación en tiempo real con la red del establecimiento emisor para mejorar la seguridad, estableciendo un código único para cada transacción. Y encima de todo, los lectores requerirán, en algunos casos, una clave o número de identificación personal que debe ser ingresado por el usuario.

Las tarjetas con banda magnética solamente hacen un envío de la información almacenada en dicha banda y eso es, justamente, lo que las hace menos seguras: esta información puede ser detectada por un dispositivo de clonación y luego almacenada en otra tarjeta para poder ser reutilizada sin autorización.

Al establecer la comunicación, el chip envía al establecimiento emisor un paquete de datos encriptado, en lugar de su número real de la tarjeta de crédito. Así, ni la tienda ni la red de comunicación tendrán acceso a los datos del usuario. Cuando la señal llega al banco, se decodifica y solo ahí se verifica la transacción y se autoriza el pago, en cuestión de segundos.
¿Tanta seguridad es necesaria? La respuesta corta es sí. En los países donde se han utilizado las tarjetas con chip ya durante años, como en Europa y Canadá, las tasas de fraude han caído dramáticamente.

Ahora, el componente principal de la cadena de seguridad en las transacciones es el dueño de la tarjeta. Conceptos básicos -como el de no compartir los datos de la tarjeta por teléfono- podrían sonar obvios, pero son fundamentales en el momento de evitar estafas.

En contexto
La tecnología de banda magnética ha estado presente en las tarjetas de crédito durante años. Las nuevas regulaciones de las entidades de control estadounidenses y europeas han empujado a otros países a optar por tecnologías más seguras que pueden ayudar a minimizar daños
en caso de estafa o robo.

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