Foto referencial. 16 comunidades andinas apuestan por un proyecto sostenible de alpaqueros, en el cual mejoran la genética del mamífero rumiante y cuidan los páramos. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
Fernado Carlosama, de la comuna de Zuleta, (Imbabura), selecciona la fibra de una de las 74 alpacas que tienen en la comunidad. Con una especie de aguja de madera enrolla cuidadosamente la lana hasta sacar un hilo muy fino, el cual lo utilizará para tejer un saco de alpaca. “Todo es a mano. Queremos rescatar el manejo de la alpaca como lo hacían nuestros abuelos y que los jóvenes utilicen prendas de vestir naturales sin químicos”.
El alpaquero de Zuleta pertenece al proyecto Pacha, una iniciativa promovida y financiada por la fundación Heifer Ecuador y que se basa en el mejoramiento genético de los hatos de alpaca y en un calendario alpaquero. Esta iniciativa se lleva a cabo, desde hace tres años, en cuatro provincias de la Sierra ecuatoriana.
Carlos Aguirre, técnico del proyecto, cuenta que el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) proporcionó 200 machos de alpaca a 16 comunidades. De esta forma se mejoró la genética de las alpacas para obtener una mejor calidad de fibra, explica Aguirre.
Los indígenas de las comunidades, que son kichwa hablantes, reciben capacitación sobre el calendario alpaquero ya que deben cumplir ciertas actividades en tiempos determinados. Por ejemplo, los meses de verano son ideales para realizar la estila, pues la fibra debe estar seca. La desparasitación de los animales se la realiza en invierno porque es la época en la cual se generan más patógenos, dice el especialista.
Desde el 2013 se han realizado siete ferias nacionales campesinas de alpaca, según Martha Pacheco, gerenta del proyecto Pacha de Heifer Ecuador. En ellas, las comunidades aprovechan para vender sus vestimentas de alpaca y sus productos agroecológicos.
Durante el emprendimiento se realizaron unos mapas para cada comunidad con el fin de preservar el páramo. Dentro de las áreas de conservación, se determinaron los campos de pastoreo y las zonas más susceptibles a la erosión. En estas últimas los alpaqueros se encargaron de reforestar con árboles nativos tales como el polylepis o el piquil. Las alpacas pastan lejos de los riachuelos para no contaminar las fuentes hídricas.
Como ingreso extra, la fundación ha incentivado la compra de animales menores como cuyes, conejos y pollos para que no haya un impacto en el ecosistema. “Buscamos que la carga de vacuno en los páramos sea baja”, apunta Aguirre.
Al proyecto se han sumado instituciones como los GAD de Cotopaxi y Cañar, las universidades Espoch y UTC y el Ministerio del Ambiente. Los comuneros informan que hasta este mes recibirán apoyo y que continuarán con la iniciativa por cuenta propia.