El proyecto para la creación del llamado Sistema de Información de Grafitis en Alemania tendrá una duración de tres años. Foto Referencial: Wikicommons
El lienzo es multifacético: un túnel, una pared, un vagón de tren. Los artistas, jóvenes, mayormente de 14 a 18 años y prácticamente imposibles de localizar.
La obra, palabras pintadas con aerosol, códigos y también dibujos. Las pintadas callejeras o grafitis son ubicuas, pero esta forma de arte ha tenido hasta ahora una existencia más bien marginal en Alemania.
Científicos del Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT) y de la Universidad de Paderborn se han propuesto revertir la situación y crear a partir de abril de 2016 el primer banco de datos en el que estarán digitalizadas cientos de miles de fotos de grafitis.
Estas pintadas desaparecen muchas veces con la misma rapidez con la que llegaron a muros y paredes. Lo que queda de ellas son fotos de la policía, documentaciones fotográficas de colecciones privadas o de archivos públicos.
No son mamarrachos que afean las fachadas, sino “testigos importantes de la expresión escrita en las ciudades”, explica la lingüista Doris Tophinke, de la Universidad de Paderborn, quien dirige el proyecto junto con el historiador del arte del KIT Martin Papenbrock.
La primera etapa comprenderá la digitalización de unas 120 000 fotos tomadas en las ciudades de Colonia, Múnich y Mannheim entre los años 1983 y 2015.
El proyecto para la creación del llamado Sistema de Información de Grafitis en Alemania tendrá una duración de tres años y será financiado con recursos públicos de la Sociedad Alemana de Investigación.
“Lo que hacemos es investigación básica”, señala Papenbrock. “Los grafitis tuvieron hasta ahora un papel marginal en la investigación porque no pertenecían al canon de la historia del arte”.
Lo cual es una pena debido a que muchas de las pintadas coloridas plantean cuestiones muy interesantes. ¿Qué dice el grafiti? ¿Qué lenguaje utiliza? ¿Qué nos dicen los grafitis sobre una ciudad, un barrio? “Cerca del 90 por ciento de todos los grafitis se basan en la escritura“, indica Papenbrock.
De este forma, explica, los grafiteros entran en contacto con su ciudad, su grupo, su estado de ánimo. Los investigadores comenzarán a trabajar con unas 50 000 fotografías provenientes de los archivos de la policía de Mannheim, en el suroeste del país.
Las ciudades afectadas e incluso los ferrocarriles alemanes no ven los grafitis con buenos ojos. “Sigue siendo un daño material. Los pasajeros no se sienten bien cuando los vagones o las estaciones están pintarrajeados”, dijo un portavoz de la compañía ferroviaria estatal Deutsche Bahn.
El nuevo banco de datos en Alemania tiene un objetivo completamente diferente. “Queremos investigar la ciudad también como paisaje lingüístico”, dice Tophinke, para quien los grafitis son reflejo de los grupos sociales, los espacios de acción de los urbanitas.