Los estudiantes de séptimo año de la Ludoteca, sur de la capital, prepararon una dramatización en torno a la leyenda sobre el Rey Midas. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
En Ecuador, el promedio de libros leídos por persona no llega ni a uno por año, según datos de la Unesco del 2012. Pero con programas de animación a la lectura, hay planteles privados de Quito que superan esa cifra. Allí, en un ciclo lectivo, un estudiante puede leer entre ocho y 30 textos.
Noche de ‘camping’, fogata y libros, rincones de lectura, la vuelta al mundo en 80 libros, caricaturas, abuelos invitados para leer, escritores en la escuela, disfraces y libros, la bibliotecaria ofreciendo textos en un coche de compras en medio del recreo…
Esas propuestas creativas son una muestra de lo que idean profesores en colegios como Saint Patrick, Ludoteca, William Shakespeare y SEK.
El gran objetivo en todos es lograr que sus alumnos, desde preescolar, se acerquen a los textos, jueguen con ellos, los toquen, vean que es divertido leer y sientan deseo de hacerlo.
“Ir a la biblioteca debe ser siempre un privilegio”, comentó la directora del Saint Patrick. Sus alumnos, de todos los niveles, van mínimo una hora por semana a la biblioteca; los chiquitos se disfrazan con trajes de un baúl para representar a personajes.
En el aula hay momentos de lectura guiada y compartida. Los más grandes no hacen el típico resumen de un libro; cuentan la historia en caricaturas o en una dramatización…
“La lectura nos lleva hacia mundos que no necesariamente visitaremos físicamente; da una apertura hermosa a la imaginación y al conocimiento”. Lo dijo el ministro de Educación, Fander Falconí. Presentó hace dos semanas la campaña nacional Yo Leo.
Esta actividad forma parte del Plan Nacional de Lectura, que se conocerá el 9 de agosto, por el Día de la Cultura.
Cuatro pilares sostienen la iniciativa en lo público: producción editorial, formación de lectores, cultura y comunicación, seguimiento y evaluación. El desafío será incluir a la comunidad educativa, a los gobiernos locales, al sector privado, a los núcleos provinciales de la Casa de la Cultura, etc.
Esta iniciativa, a cargo de los ministerios de Educación y Cultura, aún no tiene un presupuesto definido, respondió la entidad, dirigida por Falconí, vía ‘email’. “No es una acción aislada de un ministerio o de un secretario de Estado”.
El Ministro ha repetido que Ecuador tiene niveles bajos de lectura. Esto frente a países de la región como Colombia, allá se leen de 18 a 32 libros anuales.
Para incentivar al alumno se requieren maestros que lean más. Eso según el exministro y actual presidente de la Mesa de la Educación de la Asamblea, Augusto Espinosa.
En su gestión incluyó la formación de círculos de lectores con los profesores. De ellos depende el interés que los estudiantes tienen por los libros.
‘Margarita Peripecias’, de la autora ecuatoriana Mónica Varea, es el libro que impactó a Rafaela Rosero, de décimo año del Colegio SEK. Cada página que leía la impulsaba a que avance más y hoy no puede salir del mundo de las letras.
Leer, al menos, 45 minutos al día e interactuar con el escritor de una obra son parte de sus estrategias; sin descuidar el análisis de la obra, el contexto y la intencionalidad del autor, explicó Vilma Tapia, coordinadora de Filología y Literatura.
En la Ludoteca, ubicada en el sur de la urbe, se desarrollan dramatizaciones de los textos leídos. La semana pasada, los niños de séptimo año representaron, entre otras, la leyenda del Rey Midas. Hace cinco años este plantel reforzó sus planes de lectura para que sea un placer y no en un deber, precisó Jorge Ortiz, coordinador de los proyectos educativos y de la literatura.
Entre otras iniciativas idearon un álbum, en donde los estudiantes reciben incentivos tras sus lecturas. El material se denominó ‘La vuelta al mundo en 80 libros’ y buscó contar con literatura de países como China o India. Llegaron 3 700 libros de diferentes países.
El programa de lectura en el Colegio William Shakespeare incluye la lectura de 10 libros en español y ocho en inglés.