Era sábado. En las ediciones de fin de semana de los diarios suele no suceder nada. Pero ese sábado 29 de enero de 1972 se imprimió como portada la foto, inusualmente grande, de uno de sus colaboradores. En el centro, abajo, alineado con la marquesina superior que dice Corriere della Sera, está Buzzati. La noticia ocupa más espacio que el terrorismo croata, que las discusiones sobre el divorcio, que el conflicto entre Inglaterra y Malta o que el arresto de un dirigente estudiantil en Milán. Y el espacio en los periódicos impresos era todo un lenguaje en venta.