No sé qué recordamos, tampoco sé para qué recordar. La memoria tiene los consabidos dobleces de por qué, para qué y cuando la mente remonta hechos o acciones pasados que duelen, enfurecen, reaniman, alegran. Este retorno sin fin es un proceso ineludible en el acto de vivir y en cada momento el mismo recuerdo cambia según las circunstancias del presente vivido. En fin, un trabalenguas que usted, querido lector, puede obviar y pasar a otro editorial más coyuntural que le permita llegar a una próxima reunión y hablar de “actualidades”.
Pero las “actualidades”, así como los trámites burocráticos o los hábitos diarios, cada vez más absurdos e inconsecuentes, no elevan el espíritu ni nos provocan reflexiones profundas sobre nuestras existencias. Por ello recurrimos a la literatura, la filosofía o el arte. En estas búsquedas he iniciado mi periplo por la literatura japonesa actual y hoy en particular recojo en la gran escritora Banana Yoshimoto pequeñas historias de vida que se desarrollan en la cotidianidad más anodina y medida que se suceden, los personajes se encuentran con hechos insólitos, casi surrealistas, que cambian el entorno dramáticamente. Así nos vuelca la autora de la simplicidad de despertar a diario, a un mundo que se complejiza a medida que nos adentramos en la intimidad. La memoria es central en el contenido de su obra.
En ‘Recuerdos de un callejón sin salida’ -cercana en ciertos gestos a las novelas de Murakami- Yoshimoto me ha llevado al mundo de mujeres marginales, de vidas marginales, que, dispuestas en cinco relatos, nos conducen a la posibilidad no tan remota de ser felices.
El dolor de vivir tiene su contraparte en la felicidad de existir de otro modo. Este otro modo solo es posible si te apartas de una existencia superflua, inocua, que no da margen para ir más allá del acumular.
El Tener nada tiene que ver con el Ser.
Yoshimoto, desde su célebre novela ‘Kitchen’, insiste en la construcción de amores profundos, en la recuperación de la fe en las relaciones humanas, en buscar la luz brillante que emanan los sencillos seres que nos rodean, en superar el pasado en la búsqueda de nuevas historias de amor que nos alienten a seguir viviendo.
Animo a mis lectores a leer, a seleccionar cuidadosamente las lecturas regiamente escritas y que le nutran a uno. A rechazar aquellas “para las masas”, editadas por malas editoriales que solo buscan el rédito económico. Intrigas mal escritas y que desdibujan la Historia como ‘El código da Vinci’ o la fascinación de una sexualidad barata y fracturada en las saga de Grey.
Apuntemos a seleccionar solo aquello de calidad.
Solo así seguirán escribiendo buenos escritores, crearán buenos artistas y resurgirá la atenta filosofía como parte del vivir con dignidad.