En pocas semanas se han producido tales cambios en el Ministerio de Salud Pública (MSP), que es como para no creer. Responden a lo que siempre debió ser aquella dependencia del Estado: un organismo técnico, animado como consecuencia por el razonamiento lógico, en el que no caben irresponsabilidades o arbitrariedades que por lo general son el resultado o de la falta de preparación o de conductas sesgadas de los izquierdosos que siempre están a la que cae en beneficio propio y de la trinca. Evidencias de esto último me llevaron a escribir el artículo de opinión “Mar de fondo” (EL COMERCIO, 25 de marzo 2010) en el que llamaba la atención sobre el grupo de poder que se estaba creando y consolidando en el Ministerio de Salud sin otro mérito que su obsecuencia con el régimen de los hermanos Castro.
Según evaluaciones realizadas últimamente, es tal la cantidad de problemas no resueltos o ineficientemente atendidos que es como para desesperarse y perder todo optimismo o reaccionar cívicamente porque nunca es tarde para servirle al país y en la convicción de que la política es el arte de lo posible. De lo que apuntando a lo prioritario puede hacerse ya y bien.
Y no se crea que muchos de aquellos problemas no fueron identificados o no se trató de superarlos. Por sus efectos devastadores sobre la descendencia y sobre el crecimiento y desarrollo infantil, la anemia por deficiencia de hierro en la alimentación (a la cual se suma la parasitosis) es un grave problema de salud pública especialmente en la Costa. Un programa con el que se llegó a fortalecer la harina de trigo con hierro, de consumo masivo entre nosotros, ¡fue abandonado pese a las recomendaciones de la OPS/OMS y el Unicef! ¡Tierra de nadie, la nuestra!
Los técnicos que forman el equipo de colaboradores del nuevo Ministro de Salud Pública van descubriendo hechos inauditos: los registros del impacto de los programas de complementación alimentaria no sirven para efectuar evaluación alguna, “no sirven para nada”.
Un programa que respondía a una política de Estado, el control de las enfermedades debidas a la deficiencia de yodo por medio de la sal yodada, llegó a los límites de la inoperancia pues al parecer no era del ‘gusto’ de una funcionaria y las relaciones administrativas entre el director de tal programa y la Ministra quedaban aprisionadas en aquellas manos. Y así, otras barbaridades.
Nunca es tarde. Yo le deseo al ministro Chiriboga el mayor de los éxitos, no por otra razón que no sea el bien del país, mi país, el único que tengo. Un Ministerio de Salud Pública dirigido por técnicos, con el Ministro a la cabeza, y con un fuerte apoyo político que suponga asignar responsabilidades y no satisfacer compromisos o allanarse a presiones inclusive extranjeras, debe merecer el apoyo de la opinión pública.