Cada día crece la incertidumbre sobre el futuro del país, y especialmente después de conocerse el Presupuesto enviado por el Presidente a la Asamblea para su aprobación. Hay observaciones públicas sobre el gasto y sobre los recortes a las partidas asignadas para la educación, salud y bienestar. Además se mantiene la subvención a los combustibles importados y el endeudamiento externo se ha incrementado.
De lo que se aprecia se desprende el interés del Gobierno de no llevar a cabo medidas drásticas para disminuir cuanto antes el déficit fiscal. Prefiere hacerlo lentamente para no causar un costo social que políticamente no le conviene, pero que le obliga a seguir endeudándose, lo cual incrementa la incertidumbre y disminuye la posibilidad de la inversión privada en forma intensa como el país lo necesita en forma urgente. Es menester sincerarse con la sociedad, haciéndole conocer oficialmente la deuda heredada, los valores que se requerirían para mantener operativas las plantas hidroeléctricas, para terminar las obras ya comenzadas en el Gobierno anterior; así mismo los valores reales que el Gobierno puede recibir por la producción petrolera, minera y por las recaudaciones de impuestos, etc. Y, en base a esta realidad hacer conocer el déficit que el Gobierno, la sociedad debe afrontar y por ello las medidas austeras que debería emprenderse para evitar el colapso de la economía.
No hay duda de que la verdad impactaría, pero así mismo se debería hacer notar que las medidas instantáneas resolverían el problema dentro de un plazo corto, evitando el colapso. Estoy seguro que todos apoyaríamos esta positiva acción y colaboraríamos para que este austero plan se ejecute y disminuya drásticamente esta situación negativa y así, asegurar un futuro cierto para nosotros y para nuestros descendientes.