El domingo 12 de mayo, la fiscal Diana Salazar devela algo que sacude la conciencia de la mayorÃa de la ciudadanÃa, que vive con miedo por el asedio del crimen organizado, las bandas terroristas y las redes del narcotráfico. Millones de personas que anhelan vivir en paz y bienestar común. Diana Salazar dijo: «Cuando asesinaron a Fernando Villavicencio el contrato no era para una persona, era para dos. A él lo asesinaron y creo que tratan de cumplir ese acuerdo». Los gatilleros debÃan completar el encargo de matarla. Hay quienes negocian asesinarla.
Diana Salazar viene de abajo en la estructura social. Se inició en el servicio judicial como amanuense, secretaria, y remontó, con méritos y esfuerzo, a la dirección de la Unidad de Lavado de Activos, hasta ser la fiscal general del Estado. Llegó sin compromisos con los poderes ocultos, sin deberes de gratitud con los caudillos y sin distensiones para acomodarse en la complicidad con la podredumbre de los poderosos de la corrupción.
Por tal posición, el discurso del odio y el estigma racial llegó pronto. Rafael Correa le ha endilgado todos los agravios e improperios posibles. No hay epÃteto que se haya ahorrado. Expresiones ofensivas e impublicables, por su condición de mujer negra y su entereza contra los delincuentes de alcurnia polÃtica. Los fanáticos del caudillo lo han imitado: «negra sirviente», «habrÃa que cazarla». Si, con zeta, como se persigue a un animal para matarlo.
El mismo caudillo, quien desde el poder redimió a bandas delictivas como los «ñetas» y «latÃn kings», otorgándoles personerÃa jurÃdica, enalteciéndolos como «una maravilla», porque según él: «dentro de sus códigos hay principios de nobleza y honor». Pero eran tropeles de violencia. Hoy clasificados como organizaciones terroristas de carácter transnacional. De ahà salió Ronny Aleaga, incondicional del caudillo, apodado en el mundo delictivo como el «ruso», hoy fugado de la justicia, que manipulaba desde la función legislativa a favor del narcotraficante Leandro Norero.
Improbable una democracia depurada, con quienes persiguen a la fiscal para destituirla, porque lucha contra la corrupción. AsambleÃstas apurados por la exuberancia, la impudicia y la audacia. Pretender doblegarla pavoneándose con un fugitivo sólo provoca asco.