Hay evidencia de peso que indica que la crisis económica es un hecho y durará varios años. Negarlo por dogma ideológico o simple cálculo político, así como maquillar el problema o meterlo bajo la alfombra, es irresponsable. Habrá consecuencias para todos.
Llegó un ciclo que golpeará sobre todo a los países menos preparados de América Latina, que en la mayoría de casos coincide con quienes los últimos años repitieron hasta el cansancio palabras como revolución, antiimperialismo y unión latinoamericana. Con dinero en caja, brillaron y la mayoría del electorado feliz, pero ahora otro es el cantar.
Hay decepción y enojo social con la crisis y con los arrogantes que niegan sus responsabilidades. Las recientes elecciones de Argentina, en octubre, dieron una probada de aquello y si no hay fraude, pronto eso también se verá, pero con más fuerza y contundencia, en las elecciones legislativas de Venezuela, en diciembre. La realidad remece los populismos autoritarios.
El Gobierno de Caracas, el más vociferante de todos, tendrá el peor desempeño económico este año: decrecerá quizás un 10%, y el siguiente, con suerte, lo hará solo 6%. Brasil, apoyador de ese Gobierno y de sus amigos bolivarianos, también contraerá su economía este año y el 2016 en rangos que van desde -3 hasta -1%.
Documentos del FMI, del Banco Mundial y de la Cepal, así como diversos análisis, coinciden en hablar del ingreso a un ciclo económico complicado. Menos inversiones, contracción del empleo, dificultad para conseguir crédito, bajos precios de materias primas y otros efectos se esperan al menos hasta el 2020.
En el 2015, Ecuador decrecerá 0,6%, dice el FMI, el Banco Mundial habla de algo similar y la Cepal proyecta un crecimiento de apenas 0,4%. En el 2016, la situación podría mejorar mínimamente, pero con la volatilidad observada, hoy nada es seguro.
La mayoría de ecuatorianos sabe de la crisis, aunque el Gobierno que más dinero ha recibido y gastado en la historia del país se niegue a mencionar esa palabra. Tras el llamado debate del 28 de octubre entre el Presidente y economistas, Cedatos realizó una encuesta que indicó que el 78% de los entrevistados piensa que el país ya está en crisis.
No se ahorró, el Estado engordó, subieron las deudas y las inversiones externas se mantuvieron en niveles mínimos –el más bajo receptor en toda América del Sur en los últimos siete años, luego de Paraguay, según la Cepal–.
Los elementos que podrían dar sustentabilidad un sistema económico –más aún cuando hay crisis–, están ausentes en Ecuador y en varios de sus amigos del vecindario, igual que los valores de una democracia real: la división de poderes, plena libertad de prensa, alternancia, tolerancia, debate y rendición de cuentas.
Hay crisis y se profundizará aunque el Gobierno lo niegue.