En aquellos tiempos de la larga y oscura noche neoliberal, cuando un gobierno dictaba medidas económicas que afectaban a los ecuatorianos, se las calificaba de “paquetazo” y hasta de “garrotazo al pueblo”.
Eran otros tiempos. Ahora, los portavoces gubernamentales sostienen que las sobretasas arancelarias, que oscilan entre 5 y 45% y entraron en vigencia el 11 del presente mes, constituyen ajustes necesarios para contrarrestar los efectos de la caída estrepitosa del petróleo y que no afectan a los sectores populares, sino a quienes adquieren productos importados, esto es a los llamados pelucones.
Asimismo, se informó que se están arbitrando medidas para evitar la especulación y que algunos establecimientos comerciales eleven los precios de mercaderías que hubiesen importado antes de la fecha señalada y que las intendencias de policía realizan operativos con tal finalidad, pese a lo cual se ha denunciado que algunos almacenes de expendio de licores, llantas, electrodomésticos, etc., se están beneficiando subrepticiamente con los nuevos precios correspondientes a las salvaguardias.
El Presidente de la República enfatizó que se cuenta con un programa de contingencia para afrontar la baja del crudo y evitar una afectación en el manejo económico del país.
Parte de dicho programa son la rebaja de sueldos a dignatarios y funcionarios del Gobierno central y de diversos organismos autónomos; las sobretasas arancelarias a 2 800 partidas y la probable emisión de bonos del Estado por mil millones de dólares.
Mientras tanto, varios analistas económicos y políticos coinciden en que hubo dispendio en el manejo de los recursos del Estado en la época de bonanza por el ‘boom’ petrolero sin precedentes y que es indispensable que el Gobierno de la revolución ciudadana dé un giro de timón y evite el endeudamiento exagerado; disminuya sustancialmente el gasto innecesario, por ejemplo, los viajes al exterior; el “autobombo” y la propaganda desmedida de la obra del Gobierno; la frondosa y florida burocracia; el alarde de tener dos aviones jet para servicio del Presidente; el pintoresco lanzamiento de dos satélites diseñados por un “cosmonauta” ecuatoriano, “para que cumplan las funciones de centinelas orbitales y vigilen posibles amenazas de cuerpos cercanos a la Tierra”; la construcción del edificio sede de Unasur, organismo que, según dice el expresidente Osvaldo Hurtado, prácticamente no existe, porque no cumple ninguna función.
En fin, que se eviten ciertas novelerías y se ponga atención al teorema de que, palabras más, palabras menos, el éxito en el manejo de la situación económica de una familia o de una institución depende más del control de los gastos que del monto de ingresos.
Hay que poner los pies en el suelo.
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