Falta dos años para que concluya la ampliación del Canal de Panamá, pero esta gran obra ya está generando una reorientación histórica de las cadenas globales de valor.
Países como Costa Rica, Colombia y Perú se han sumado a la carrera para ampliar y modificar sus puertos para que puedan competir por el transbordo de cargas de los gigantescos buques que atravesarán el nuevo canal.
Industrias como la del cobre en Chile, el acero en Brasil y los electrodomésticos en China están rehaciendo las cuentas sobre costos, tiempos e insumos, y estudiando la posibilidad de usar a Mesoamérica para producir y distribuir productos en mercados que hoy no resultan rentables.
Esto crea una oportunidad histórica para construir un corredor logístico de categoría mundial que vaya de México hasta Colombia. Tres tendencias favorecen este emprendimiento.
Primero, la solidez económica de América Latina nos está convirtiendo en un mercado de consumo cada vez más atractivo. Hoy se estima que 172 millones de Latinoamericanos están en la clase media. En el 2030, si seguimos creciendo al ritmo actual, esa cifra se podría duplicar. Por eso muchas multinacionales están volviendo a construir fábricas y centros de servicios en Mesoamérica cuyo objetivo es abastecer no sólo a Estados Unidos, sino a Centro y Sudamérica.
El segundo factor es la mejora en nuestra posición competitiva en la exportación de manufacturas. El aumento sostenido en los precios del combustible y los tiempos requeridos para el transporte marítimo desde Asia pesan cada vez más en los análisis de costos de productores. A esto se suma el rápido crecimiento de los costos laborales en China, que en 2012 superaron a los de México en algunos sectores.
T ercero, la integración física de Mesoamérica por fin se está concretando. Gracias al Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central, SIEPAC, Mesoamérica cuenta hoy con una robusta infraestructura eléctrica desde México hasta Panamá, y pronto, Colombia. Esto permitirá crear un mercado eléctrico regional e invertir en nuevas plantas de generación para abastecer la demanda anticipada.
Paralelamente, el BID impulsa la iniciativa del Corredor Pacífico, para ampliar y modernizar 3,200 kilómetros de carretera que hoy concentran el 95% de la carga terrestre mesoamericana. Los 27 tramos de esta obra están casi listos para adjudicar, y junto con programas para reducir trámites en los pasos de frontera, producirán grandes ahorros de tiempos y costos de transporte.
Abunda capital privado interesado en invertir en estas obras. Solo falta decisión, coordinación y reglas claras. La ventana de oportunidad generada por la ampliación del Canal será breve. Si no encuentran un ecosistema de logística, energía y transporte de categoría mundial en Mesoamérica en 2015, los inversores lo buscarán en otras latitudes.
* Presidente del BID