Sabemos que los banqueros tienen razón. Lo que pasará si se aprueba el Código Financiero, es cierto. Las consecuencias del control del crédito y la liquidez por parte del Gobierno serán las que ellos están pensando, pero por favor, que no lo digan, de nada serviría o resultaría contraproducente. Están castigados con la maldición de Casandra.
Sabemos que los periodistas independientes y los medios de comunicación tienen razón. Lo que piensan que pasará si se aprueba la enmienda constitucional que consagra la información como servicio público, es exacto, pero por favor, que no lo digan; de nada serviría. Están castigados con la maldición de Casandra.
También los economistas tienen razón, sabemos que ocurrirá lo que ellos consideran inevitable si el Gobierno sigue gastando más de lo que tiene y sigue endeudándose para financiar el déficit. Pero de nada sirve que lo digan. También ellos están castigados con la maldición de Casandra.
Según la mitología griega, Casandra hija de Príamo rey de Troya, era tan bella que el dios Apolo le ofreció el don de la profecía a cambio de su amor. Casandra aceptó la oferta pero cuando recibió el don de predecir el futuro, le negó su amor. Apolo le escupió en la boca; como castigo, seguiría profetizando pero nadie creería sus pronósticos. Casandra fue la única que advirtió la trampa del caballo de Troya. Supo anticipadamente lo que pasaría si permitían que el regalo del enemigo atravesara los muros de la ciudad. Del vientre del caballo gigante saldrían los soldados enemigos para provocar la caída de Troya. Casandra advirtió a los troyanos pero fue inútil, nadie le creyó.
La Revolución Ciudadana pretendió incluir en la Constitución de Montecristi la declaratoria de la banca como servicio público y fracasó. Persistentes como son, han incluido en el Código Financiero que quieren aprobar a mano alzada como proyecto urgente, mientras nos distrae el Mundial de Fútbol. Algo parecido a lo que se hizo con la comunicación. El derecho a informar y ser informado y la libertad para opinar se convirtieron, con la Ley de Comunicación, en servicio público.
El mito de Casandra tiene varias interpretaciones. Es el carácter trágico del griego que lucha contra un destino inexorable. Algo nos queda de este pesimismo radical que nos induce a rendirnos prematuramente. Olvidamos que toda maldición comienza como algo positivo que ha sido distorsionado por la arrogancia, la codicia o la crueldad.
La interpretación psicológica del mito de Casandra sirve para describir a personas que tienen el complejo de no ser creídos aunque digan la verdad y describe también a los sabios que, anticipando los problemas, los comunican para evitar daños, pero no son escuchados. Son reencarnaciones de Casandra que desesperan porque su consejo es desdeñado y se prefiere, a veces, seguir la guía de ídolos falsos.
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