Una de sus preocupaciones en el viaje a Nairobi en Kenia, era que sus únicos zapatos de competencia no se le dañaran, porque si eso sucedía, iba a perder la carrera. De allí que entrenaba con unos zapatos viejos ya remendados, que cuidaba con tanto esmero como a los más nuevos. Pero, de todas maneras, Glenda Morejón se consagró como campeona mundial de marcha Sub 18.
Pese a sus 17 años, Glenda ya podía considerarse como una “veterana” deportista, con varios éxitos internacionales, como tres triunfos sudamericanos y un panamericano. Además, ha impuesto marcas nacionales en 5 km., en tres categorías diferentes. Pero no ha recibido apoyo oficial. Y no podía comprarse zapatos adecuados para practicar y competir.
Todos sus logros los ha alcanzado con grandes sacrificios y el decidido apoyo de su familia y su entrenador, con tan escasos recursos como ella misma. Su padre es un maestro sin trabajo y su madre vende en el marcado. Apenas tienen para sostener a su larga familia. El entrenador, Geovan Delgado, también maestro, hace su labor gratuitamente en la Escuela de Atletismo Tarquino Jaramillo.
Glenda es ibarreña y vive con su familia en el conocido barrio “La Bola Amarilla”. Estudia el bachillerato y se da tiempo para entrenar sistemáticamente, con madrugones y con muchas improvisaciones. Pese a sus antecedentes no es considerada deportista de alto rendimiento y no recibe apoyo oficial para su preparación. A Nairobi apenas pudo llevar USD 70 de sus ahorros.
El entrenador Delgado, que también coordina la escuela, la formó desde los 7 años. Declaró a EL COMERCIO: “En la Escuela de Atletismo, que no es jurídica, tengo 25 chicos. No tenemos indumentaria ni nutrición ni la hidratación necesarias. Mientras los atletas de élite utilizan gel hidratante, nosotros agua de la llave con panela”. El mismo diario resalta que las prácticas han tenido que adaptarse a escenarios, como los parques Ciudad Blanca o Pilanquí, la pista de Yahuarcocha y la Loma de Guayabillas. Ahora el éxito de Glenda la ha hecho famosa, pero es importante destacar que no está sola. Tiene compañeras que también son ganadoras, como Kimberly Revelo, dos veces campeona sudamericana. Es decir, que hay que preocuparse de todo el grupo y de muchos otros chicos y chicas que están en su situación.
Seguro que en futuras competencias, Glenda ya tendrá varios pares de zapatos. Pero de aquí en adelante su preocupación será buscar que el apoyo oficial para jóvenes deportistas se concrete rápido y a tiempo, que se den facilidades de alto rendimiento a quienes lo necesitan, que puedan disponer de algo más que agua de la llave con panela, que se pague decentemente a los entrenadores, y que otros campeones ya no tengan que marchar con zapatos remendados.