Aprovechando las ganas de trabajar que tienen y que andan agenciosos (ya han aprobado en 12 días 4 de las 48 leyes que se propusieron aprobar en un año), pongo a consideración de los asambleístas una nueva ley para aprobar en el período 2018-2019. No hay que pensarle mucho, es corta y necesarísima. Se puede llamar: Ley Contra la Publicidad y Propaganda de Obras y Servicios Públicos (LCPPOSP, así sencillito, como les gusta).
Les paso el borrador de la Ley para que con los retoques formales que necesitara lo puedan debatir en el Pleno. A ver, copien:
“Considerando que la Constitución de la República del Ecuador, la honestidad y el sentido común prohíben el dispendio de los recursos públicos y mucho más si dichos recursos se utilizan para beneficiar la carrera política de uno o más funcionarios en desmedro del bienestar común; que de conformidad al mandato popular, le corresponde a la Asamblea Nacional expedir las leyes que cuiden el bolsillo de los ecuatorianos; en ejercicio de sus atribuciones, la Asamblea Nacional expide la Ley Contra la Publicidad y Propaganda de Obras y Servicios (LCPPOSP) también conocida como Ley 49.
“Artículo único: Esta ley precautela los intereses del erario nacional y su buen uso, para que jamás, ninguna función del Estado destine y desperdicie el dinero que pertenece a los contribuyentes en publicidad sobre el trabajo que cualquier institución estatal realice. Por lo tanto, queda prohibido que se gaste plata en promoción de obras”.
Como las leyes suelen ser crípticas, pongo un ejemplo. Es como si el miembro de una familia a cargo de la administración de los recursos, cada vez que comprara la comida, pagara la luz o las pensiones escolares, colgara carteles por toda la casa para contarles a hijos, cónyuge y a cualquier otro familiar que hizo lo que hizo (que además es su obligación). Sería ridículo porque: a) los que recibieron el beneficio o servicio saben que aquello ocurrió; b) estaría demostrando que es un pésimo administrador, pues destina plata que debería invertir en comida, educación, entretenimiento, etcétera, en cartulinas y marcadores (o sea, publicidad) mermando la capacidad adquisitiva de la familia.
¿Sigue sin quedar muy claro? A ver, si una alcaldía hace obras en un parque (iluminación, canchas, bordillos…) es obvio que los usuarios de ese parque sabrán que lo hizo la alcaldía con plata de ellos, porque para eso pagan impuestos. Aplica lo mismo para cualquier tipo de obra. No hay necesidad de gastar plata en poner letreros ni en hacer cuñas radiales o de televisión; son gastos absurdos que solo benefician al que saca pecho con plata ajena.
Calculen, honorables, cuánto presupuesto ahorrarían si aprueban la LCPPOSP. Ese sí sería un servicio a la nación y un puntazo para sus currículums. Piénsenlo.