La culminación exitosa de la negociación de un acuerdo comercial con Europa es una buena noticia para todos los ecuatorianos. Se han superado retrasos injustificables y aberraciones ideológicas al interior del Gobierno, y se ha señalado la ruta para el desarrollo de las relaciones económicas del Ecuador con la Unión Europea.
Es justo felicitar y agradecer al ministro de Comercio Francisco Rivadeneira, así como al jefe del equipo negociador, embajador Roberto Betancour, por haber defendido con firmeza pero sin estridencias los intereses nacionales. Ojalá en los próximos días se entreguen informaciones más amplias sobre el contenido del acuerdo y sobre los compromisos asumidos en materia de derechos humanos y políticas sociales.
Los parlamentos del Ecuador y de los países miembros de la Unión Europea deberán pronunciarse sobre los entendimientos, lo que tomará muchos meses. Sería bueno que se hubiere decidido mantener vigentes para el Ecuador, mientras tanto, las preferencias del SGP Plus que caducarán en diciembre.
El Gobierno debe ahora prepararse a fin de obtener para el país el máximo provecho del acuerdo, lo que fundamentalmente debe incluir el apoyo a la empresa privada, grande, mediana y pequeña, para volverla más moderna y eficaz, y medidas de estímulo a la inversión extranjera. Los empresarios, a su vez, deben asumir el reto de la competencia haciendo buen uso de la experiencia de Colombia y Perú. La iniciativa privada tiene la grave responsabilidad de demostrar que, dentro de los parámetros del acuerdo, es capaz de incrementar las relaciones comerciales, multiplicar los puestos de trabajo en el Ecuador y utilizar las perspectivas de modernización tecnológica que ofrece Europa.
Existen grupos vulnerables en la producción ecuatoriana, especialmente en el sector agrícola, que podrán sentir inicialmente un impacto negativo con la entrada en vigor del acuerdo, como ha ocurrido en otros países. Toca al Gobierno tomar medidas para evitar que esto ocurra, lo que hará necesario favorecer a tales sectores con políticas que faciliten la modernización y la reorientación de sus actividades productivas.
Finalmente, el Gobierno debe prestar atención a otros frentes económicos descuidados por años y trabajar dinámicamente para llegar a entendimientos comerciales con todos ellos. Los Estados Unidos y la Cuenca del Pacífico encabezan esa lista. La Comunidad Andina debe merecer también especial consideración. A pesar de la crisis que le aqueja, es el más antiguo esquema de integración, su institucionalidad sobrepasa los límites comerciales e interpreta el multidisciplinario concepto de lo andino de los países que la componen.
En todo caso, hay ahora buenas razones para el optimismo en materia de comercio internacional.