En días recientes Cuba ha sido testigo de acontecimientos que acercaron mucho más a la isla al contexto caribeño y latinoamericano del cual, por años, se vio distanciada luego del triunfo revolucionario de 1959, un cambio político que llevaría al país a la expulsión de la Organización de los Estados Americanos, el bloqueo económico y financiero estadounidense y un dramático aislamiento continental.
La celebración de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en La Habana resultó un espaldarazo considerable en ese proceso de integración, cuando 33 mandatarios de la región visitaron el país.
El de la Celac fue un cónclave en el que se habló de democracia y respeto de los derechos humanos, según son entendidos por muchos países de la región, que llevaron sus conceptos a esa declaración final leída por el presidente cubano Raúl Castro: “Fortalezcamos nuestras democracias y todos los derechos humanos para todos”, dice el texto.
Más recientemente, la Unión Europea (UE) ha anunciado un posible cambio en su relación con la isla, un nuevo acuerdo que mejorará los vínculos y la cooperación del bloque, casi reducida a cero, pero siempre con la condición europea de que en Cuba mejore en derechos humanos referidos a la libertad de expresión y asociación.
Si bien el problema de los derechos humanos en Cuba siempre es un punto álgido en el que cada parte (la foránea y la oficial cubana) esgrime sus propios argumentos, en el fondo, el más acuciante y pesado de los problemas cubanos no se resuelve con mejores relaciones políticas regionales o globales, aun cuando declaraciones y aperturas diversas siempre ayudan.
Tampoco se soluciona con la pertenencia a bloques político-económicos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), por mucho que puedan ayudar.
La gran asignatura pendiente de la isla caribeña está en su funcionamiento y desarrollo económico interno, que ni siquiera la política de cambios realizados al calor de la “actualización del modelo económico”, como se le ha llamado, ha logrado concretar.
Con discretos crecimientos anuales de alrededor de 2% debidos sobre todo a la exportación de servicios (médicos en su mayoría), más que a incrementos en la producción y la productividad, resulta difícil superar la dependencia de las importaciones (la de alimentos ronda 80 por ciento) y concretar el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes, agobiados a lo largo de más de dos décadas por los embates de una crisis que tuvo sus fosos más profundos en los años de 1990, pero que no deja de asolar a los cubanos.
Para el país es imprescindible su integración a la región y al mundo.
Pero para los ciudadanos es una urgencia que se logre una relación realista entre salarios y costo de la vida, que la lucha cotidiana por la supervivencia no se lleve el grueso de sus energías e inteligencia y que el acceso a Internet no sea una concesión o un lujo sino un derecho asequible.