“Si, me veo trabajando duro y aprendiendo, mejorando. Dios dirá que es lo que va a pasar en mi futuro, pero del presente me hago cargo yo. Y por ahora, lo disfruto.” Así concluye Alex Aguinaga su entrevista con la revista Soho de esta semana. Como se ve, el hombre está trabajando y en pleno control de su presente.
Al cabo de su ya larga vida en el deporte ha completado un tránsito exitoso de jugador a director técnico. Y está haciendo lo que le gusta. En estos párrafos no están dedicados a comentar su pasado como futbolista ni sus aciertos como DT, sino a considerar como un hombre que tuvo un gran éxito en un campo, pudo pasar a ser también exitoso en otro.
En efecto, muchos buenos jugadores quisieron ser luego de su retiro buenos entrenadores. Pero, “una cosa es con violín otra con guitarra” y no lo lograron. El talento de quien juega bien en la cancha no es necesariamente el del que dirige al equipo. Incluso un buen capitán no resulta ser luego un estratega.
Pero el “Gran Capitán” si logró pasar con éxito de lo uno a lo otro. Nadie podrá olvidar sus acciones en el primer mundial al que clasificó el país, que fueron gestos suyos y de toda la selección nacional que le devolvieron al Ecuador su dignidad y su autoestima luego de la espantosa crisis de fin de siglo. Pero una vez que se retiró de la cancha parecía condenado, como la gran mayoría, a ser solo un gran recuerdo. Con trabajo duro y buen sentido, sin embargo, se abrió paso en una nueva faceta vital.
En México, donde se cubrió de gloria como futbolista, empezó sus labores como técnico. Luego ejerció en Loja y Cuenca, para llegar a la Liga, donde ahora está bien instalado. En buenos y malos momentos allí ha consolidado su nuevo rol, del que tiene una idea muy concreta:
“Resulta que no es fácil, dice, no es como cuando eres jugador: llegas, recibes órdenes del técnico y lo haces. Cuando eres técnico tienes que planificar para un entorno de treinta jugadores, necesitas determinar un cierto tipo de trabajo para unos y otro para otro grupo, conversar con ellos, tratar de sacarles el máximo provecho y tomar decisiones que no siempre son populares, pero si necesarias.”
Alex es un hombre reflexivo y ese es uno de sus fuertes. Alguna vez que coincidimos en una fiesta nacional en Nueva York, aprovechó para hacerme una serie de preguntas sobre historia del Ecuador y de nuestra tierra común Imbabura, que me sorprendieron no solo por su interés sino por su originalidad. Desde luego que no sabía mucho, pero sus ganas de aprender eran visibles. Y eso se observa también en su profesión como DT. Aguinaga sabe aprender.
Su máximo éxito en el mundial le vino cuando estaba avanzado en su carrera, a los 34 años. Comenzó una nueva vocación ya como retirado y le está yendo bien. No cabe duda de que supo administrar ese tránsito.