Radio Democracia lanzó ayer un sugestivo debate sobre el “candidato ideal” para enfrentar al Presidente en los comicios generales del año 2013. Se pretende explorar el escenario electoral y poner a prueba ciertas hipótesis que prevalecen en la opinión pública nacional. Una de ellas se refiere a la supuesta invencibilidad de R. Correa ante la notoria ausencia de un contendor de calibre, que pueda catalizar el descontento de importantes grupos de la población.
Las circunstancias extraordinarias que vivimos con la demolición sistemática de las instituciones democráticas y la construcción de un poder político discrecional y personal alrededor del Presidente nos ubican frente a un escenario inédito que debe ser decodificado de forma apropiada. Si bien la personalización de la política –una tendencia global– obliga a postular candidatos dinámicos y carismáticos, la prioridad está en construir una plataforma mínima de unidad que, superando las barreras ideológicas y partidistas, cifre como objetivo primordial la reconstrucción de una democracia representativa que proteja los derechos ciudadanos frente a los abusos del poder. Por ello, la oposición está llamada a exhibir una plataforma concebida para reconstruir las instituciones y desmontar el aparato monárquico armado por Alianza País. En esta ocasión, la lucha política exige bastante más que figuras individuales bendecidas por encuestadores.
No será fácil enfrentar al candidato oficial. El enorme aparato propagandístico y clientelar que posee, el ordenamiento jurídico electoral confeccionado a la medida de AP y el control de todas las dependencias del Estado demarcan un campo de batalla muy desfavorable para la oposición. En todo caso, parecería que con inteligencia, desprendimiento y esa plataforma mínima, se pueden ganar las elecciones legislativas y reconstruir el Estado desde la Asamblea. Las elecciones presidenciales, en cambio, serán más complejas y hay dificultades para lograr una candidatura única en la oposición. A pesar de esto, si los grupos contrarios al Gobierno asumen un compromiso de no fragmentar excesivamente el electorado en primera vuelta y apoyar masivamente al finalista en la segunda, se crearían condiciones propicias para librar una batalla feroz con resultados insospechados.
El reto mayor de la oposición será sacudir del letargo a grandes porciones del electorado. Muchos ciudadanos miran la política con desidia y han optado por atrincherase en sus espacios individuales bajo la falsa ilusión de que la defensa aislada es preferible. Al mismo tiempo, escasea el pensamiento crítico bajo los efluvios consumistas que emanan de la prosperidad petrolera. Es necesario que los “individuos” se reconviertan en “ciudadanos” y tomen conciencia de la existencia de un destino colectivo, insoslayable y fatal.