El rostro risueño de Carlos Mora dejó su huella en los ecuatorianos sensibles. Hace 16 años, los pacientes que se sometían a hemodiálisis en una clínica privada de Guayaquil adquirieron VIH-sida.
En la madrugada de ayer un infarto le sobrevino. Tenía ya 24 años. Cuando apenas contaba con 8 años él y otras 20 personas fueron infectadas en una clínica que practicaba el delicado tratamiento de hemodiálisis por encargo del Seguro Social.
El episodio de la lucha de Carlos Mora exhibe la realidad del país: la impunidad reinante. El médico que fue presuntamente responsable del tratamiento con equipos infectados por un paciente de VIH-sida, continúa practicando la medicina en EE.UU. Eso ocurre luego de que el imputado estuvo detenido durante dos años en el país.
Carlos Mora luchó contra la discriminación. Él no desarrolló el VIH, pero se contagió de hepatitis C. Se animó en su espíritu indomable a dejar su testimonio en un libro que tituló‘Historia de un sobreviviente’. La muerte le llegó cuando alistaba su segundo libro.
A los 11 años se trató por insuficiencia renal. Ese año estalló el escándalo del contagio a 21 personas con la terrible enfermedad. Los medios de prensa del país recogieron sus testimonios. Sus momentos difíciles, sus entrevistas, que dejaban una lección de lucha por la vida y mostraban la realidad de un país que no valora la salud de sus habitantes ni se compadece por su suerte.
Carlos fue testigo de manera paulatina de la muerte de todos los 20 compañeros de esta tragedia humana, entre los que había labrado amistad. A la hora de su muerte la conciencia nacional se vuelve a sacudir por el episodio, otro de tantos donde la impunidad se impuso a la justicia.