El año pasado, el subempleo creció de 1 050 646 a 1 564 825 personas en el Ecuador, lo que representa un aumento de más de medio millón de personas en la informalidad e implica una variación del 49% en comparación con el 2015. Estas cifras las presentó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El subempleado es aquella persona que gana menos del salario básico unificado y/o trabaja menos de 40 horas a la semana. Entre las explicaciones dadas por las autoridades sobre el tema, ese comportamiento se ha producido por el incremento de la Población Económicamente Activa (PEA) y también porque más personas buscaron generar algún tipo de ingreso para el hogar.
En cuanto a ciudades, el subempleo creció más, en comparación con el 2015, en Guayaquil (20,2%), Ambato (17%), Quito (13,1%), Machala (13%) y Cuenca (11%).
El empleo es un indicador importante para mirar cómo va el desempeño de una economía y eso ha sucedido en el Ecuador, como consecuencia de los efectos de una contracción que vive el país desde el 2014.
A partir del último trimestre de ese año, el precio del petróleo ha tenido un desplome permanente que apenas se ha logrado recuperar en la segunda mitad del 2016. Si a eso se añade que el Estado ha tenido un rol protagónico con el modelo económico actual, las consecuencias están a la vista.
Gracias a las recientes emisiones de bonos y al permanente flujo de recursos que salen desde el Banco Central, el Ejecutivo ha podido atender los atrasos acumulados, en los pagos a proveedores y también a los gobierno autónomos descentralizados.
Desde las perspectivas de los gremios de la producción, la falta de incentivos para el sector privado ha minado la generación de nuevos empleos y allí están los efectos. ¿Qué puede suceder este año? Al menos todos los candidatos tienen en la generación de empleo una de sus principales ofertas de campaña. Mientras mejor expliquen cómo lo van a lograr, mejor, pero sin demagogia.