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La marcha indígena fue una más en la serie que tomó fuerza antes de la visita del papa Francisco y que incluyó varias marchas en Quito y otras ciudades y la de Guayaquil, convocada por el alcalde Nebot. En los primeros siete años el presidente Correa no tuvo esas molestias, aunque afrontó el espectacular suceso del 30-S, cuyos ecos no se han esfumado. Unos dicen que la última serie marchista se debe a que “le han perdido el miedo a Correa”, otros afirman que está pesando el tema de la reelección indefinida y algunos sostienen que funcionan negativamente los problemas económicos, el autoritarismo y otras características gubernamentales que han salido a flote con el paso de los años.
Los dirigentes de las marchas -entre ellos Nebot, Páez, Quishpe, Tibán- han dicho que no están impulsando una “tumbada” del Jefe Rafael. No les agrada, dicen, la fórmula que se usó en el Ecuador casi en seguidilla, durante varios años, con Abdalá, Mahuad y Lucio. Anotan -aunque prefirieran algo más rápido- que Correa debe terminar su período el 24 de mayo del 2017 y punto.
Nada de cuatro, ocho años o más. El orador indígena Carlos Pérez Guartambel se equivocó, pues, cuando el jueves en la mañana comenzó su discurso pidiendo “la renuncia de Correa”. No es por ahí le dijeron durante la marcha del jueves, poco antes de que reciba un golpe que le hizo ver estrellas.
La serie de marchas va, pues, contra el grito de “reelección, reelección”, el preferido de los aliancistas, los asambleístas y los correístas. El Jefe ha dicho muchas veces que en el año 2016 anunciará su decisión final. Añade que su deseo es decir “no” pero que puede cambiar de idea si peligra la revolución ciudadana. En los últimos días anotó, al parecer en broma, que si él dice “no” pues no sucederá nada porque el otro precandidato, el banquero Guillermo Lasso, no tiene posibilidades de triunfar aunque sea el único postulante. El viernes Correa repitió en una entrevista que posiblemente dirá “no”, aunque la creencia más generalizada es que su respuesta última será un “sí”, seguramente.
Hay, por cierto, voces que están dispuestas a la pelea en favor del “no”. Otras voces -las aliancistas- sueñan con el “si”, porque consideran que su Jefe Rafael es único e irremplazable, con todas sus virtudes y pese a sus defectos . Pero escuchamos también una voz que habló de la conveniencia de superar los problemas y las marchas e ir pensando en la posibilidad de una “reconciliación” a la ecuatoriana, como un aporte para evitar que siga tomando cada vez mayor dimensión el deterioro de la economía nacional, un tema de singular importancia a estas alturas. Fue la voz, siempre serena, del general (r) Paco Moncayo. Otra voz, la de Alfonso Espinosa de los Monteros (Ecuavisa), formuló también votos para que bajen los niveles de confrontación en el país. En los últimos días todo funcionó para propiciar un ambiente de violencia y en realidad conviene un análisis constructivo que contribuya a solucionar -no a complicar- los problemas actuales.