Otra vez la polarización política definió el primero de mayo. Las dos marchas en Quito fueron contrapuestas políticamente, la de la plaza de San Francisco, favorable al Gobierno y organizada por este o AP, y la otra la de Santo Domingo, organizada por el FUT, opuesta al Gobierno, y se contraponían en casi todo.
La del FUT, más numerosa, estaba compuesta mayoritariamente por trabajadores sindicalizados. En contraste con un pasado reciente, en que predominaban los informales o las asociaciones de alguna causa social, esta vez fueron los trabajadores formales más numerosos. Es acaso signo que el aparato productivo se reanima. En cambio, la marcha es el espejo de que hay centrales que han perdido trabajadores de empresas productivas y compensan con asociaciones de informales o sociales. Otras ahora tienen más trabajadores de fábrica y otras de empresas públicas. El predominio de trabajadores del sector público persiste pero no en todas las centrales.
Esta marcha del FUT acoge a la mayoría de los contestatarios. El año pasado preveíamos que su creciente expresión decía de un cambio de legitimidad del Gobierno y que sus efectos se vería en poco. En febrero ya se expresaron. Ahora, los descontentos crecen, así los del Yasuní se integran a los que dicen Basta Ya (de abusos de poder). En esta marcha no hay el predominio de una causa ni se sigue las mismas consignas, cada cual se expresa y se hace conocer. La organización de la marcha lo refleja, el orden no es muy cuidado, los grupos se precipitan unos sobre otros, cada grupo define su escenario. No hay orientación compartida, inclusive están posiciones contrapuestas. Del lado sindical se ve la pérdida de cohesión política y su fraccionamiento actual con centrales divididas y debilitadas.
La marcha gubernamental es, al inverso, muy bien organizada, cada grupo marca su distancia del otro, sigue un orden que permite ampliar el espacio de los caminantes al respetarse los espacios. Predominaban los verdes militantes de AP, los empleados públicos, los sindicalistas ligados más aún a las empresas públicas, y signo del tiempo, son realmente numerosos los participantes que vienen de afuera de la ciudad, de diversas provincias, muchos del sector rural, pero en sus consignas todos confluyen en defender al gobierno y en ensalzar lo que se llamaría políticas sociales. Al final se precipitan para recibir su comida, lo cual indica los recursos que disponen los organizadores (buses, refrigerios, almuerzos..), al igual que tanta bandera verde, afiches, y una tarima siempre imponente con sistema de sonido impecable y orquestas.
Así, la polarización alimenta que sea más la disputa de saber quién tiene más gente que debatir ideas y propuestas. Unos contestan al Gobierno y otros están ahí para apoyarlo, sus causas se vuelven secundarias, otro efecto de la polarización despolizadora.