La investigación de los dineros de la narcoguerrilla en la campaña electoral de Alianza País lleva ocho años de retraso. A pesar de tantos indicios era iluso esperar que los revolucionarios se investiguen a sí mismos; tenían todas las vías corchadas. La Asamblea olvidó la función de fiscalización, los jueces dieron todas las muestras de cobardía ante la amenaza del Consejo de la Judicatura y los organismos de control, ciegos como topos, no querían ver nada. Pero ahora es el Presidente quien pide la investigación.
El tema sigue siendo tabú. En la Asamblea Nacional volvieron a juntarse los amigos de Correa y los amigos de Moreno porque, según parece, unos y otros son enemigos de la verdad. El pretexto para evadir la conformación de una comisión investigadora es que le corresponde a la Fiscalía, pero el Fiscal fue un espíritu errante que solo se ocupó en su propia defensa.
Este desgraciado episodio demuestra que el Presidente Moreno está solo en la lucha contra la corrupción y solitario en el empeño por cambiar el país. Quienes confían en él, enumeran los logros que ha sumado y creen que necesita tiempo. Quienes desconfían, creen que nunca logrará nada con los corruptos adentro y que no podrá hacer cambios con los que aparentan estar con él pero actúan como si estuvieran en contra de él. Y no se irán de su lado, no al menos voluntariamente.
Los ministros renunciados, fueron también espíritus errantes; siguieron aferrados a sus cargos como si no les hubieran puesto plazos. Cada uno cree que no es con él, o con ella( no se da por aludida). Esta obstinación, tan incómoda para el gobierno, para el partido y para el interesado, siempre termina mal. Deberían ver lo que acaba de ocurrir con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Amenazada de destitución si no renunciaba después de habérsela descubierto con una maestría falsificada. Decidió aferrarse a su cargo, embarcar en la crisis al Gobierno, al Partido, a la Universidad, para finalmente caer, con vergüenza, por la publicación de un video, de once años atrás, que muestra cuando le vaciaban la cartera en un almacén donde había hurtado dos botes de maquillaje cuando era vicepresidenta del Parlamento Autónomo.
Los ministros y otros revolucionarios que quieren aparecer como conversos, deberían verse en este espejo y considerar lo que ocurre cuando la renuncia llega tarde y mal, imponiendo un precio al Gobierno y al país y provocando descrédito de los políticos y la política. También sirve muy bien de lección para las decisiones tardías, y los estilos de cámara lenta en el liderazgo.
El Presidente advierte, seguramente, que algunos ministros y colaboradores van en contravía; la acumulación de problemas debe restar tiempo y energía para analizar y resolver cada uno con agilidad, tiene que haber prioridades; sin embargo, no cabe aceptar espíritus errantes que dan una imagen negativa del gobierno al Ecuador y al mundo.