Cartas a Quito / 1 de abril del 2023

¿Qué se vayan todos?

Lo que estamos presenciando actualmente es consecuencia de la carencia de sintonía social y la falta de diálogos y acuerdos entre los ciudadanos y el gobierno.

El deterioro de la clase política, una democracia debilitada y la corrupción enraizada en los actores políticos han desgastado naturalmente las expectativas y la paciencia de los ciudadanos, quienes exigen al unísono: “¡Que se vayan todos!”. Una frase que refleja el enojo y rechazo rotundo hacia el poder Ejecutivo y Legislativo, y, por lo tanto, un claro descontento generalizado. La Asamblea Nacional es el mejor ejemplo de reflejo del fracaso político del país. Sus miembros han abandonado la función legislativa, sin tratar de solucionar ningún problema estructural, y se han sumido en un circo político. Lo que debe quedar claro es que la crisis política no se va a solucionar con la salida de unos u otros de sus cargos, sino que es mucho más estructural y requiere respuestas mucho más complejas que la exigencia de “¡Que se vayan todos!”.  

De plano, habría que retomar debates más integrales y participativos, buscando contrapesos y equilibrios entre los poderes del Estado. También es importante considerar en reformas en las reglas electorales, para mayor y mejor representación, con el objetivo de tener mayor idoneidad en quienes ocupan cargos públicos.

Más allá de la consiga y del calor popular de un indignado “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo…!”, la situación de fondo no se resolverá con esas salidas. Incluso si "se van todos", el sistema permanecerá. Proteger la democracia requiere insistir en la búsqueda de diálogos, en la protección de los derechos, en ampliar la participación ciudadana y en reducir el desarrollo de cualquier grado de autoritarismo (estatal, familiar, social, etc.).

Tal vez, lo que hace falta, no es que se vayan todos, sino que entremos todos al debate.

Juan Francisco Yepez Tamayo

Sobre terremotos

Desde el terremoto de Manta, que fue desvastador para esa ciudad y provincia, y ahora con el terremoto de Balao, una pregunta da vuelta en mi cabeza: ¿que ciudades podrían soportar un terremoto de 6.5° con epicentro en su sector?. Para responder a esa pregunta, se requiere saber, ¿cuantas construcciones usaron arena de mar? ¿cuantas construciones usaron mezclas pobres de cemento? ¿cuantas construcciones fueron autorizadas bajo parámetros de ejecución técnicamente confiables? ¿cuantas auditorías externas de verificación de edificaciones existen (no solo las municipales o de bomberos)?. Todos sabemos donde vivimos y nos conocemos: el maestro, el arquitecto, el ing. civil, a la menor oportunidad se lleva el cemento y empobrece las mezclas. Si nos recomiendan varillas de 12mm, por costo, usaremos de 8mm. Un poco de lubricante aquí, o allá, lograrán las firmas para iniciar la construcción, sea que los planos no cumplen especificaciones, sea que la edificación se quiera hacer en laderas, en taludes, en lechos de río, geológicamente inestables.

Muchas voces se alzarán que "deberemos poner mas controles, mas inspecciones de los organismos gubernamentales competentes" "se deberá contar con firma de profesionales..." "se procederá a revisar nuevamente todo", cuando en el fondo, el real y único problema es LA FALTA DE HONESTIDAD.

Lo ideal sería que los dueños de vivienda contrataran su propio auditor externo. Mientras tanto, los creyentes seguiremos orando que los terremotos no ocurran en centros poblados.

David Ernesto Ricaurte Vélez

“Presidente Lasso está por terminar el primer tiempo”

Conozco que Ud. hacía deporte, por lo cual hago referencia a ello, para recordarle que en toda actividad, el tiempo de juego y más el de un funcionario de elección popular tiene una terminación anticipada; en el caso suyo cuatro años, no más, por lo cual todos sus planes y proyectos terminan ipso-facto en mayo del 2.025. No tiene sobre tiempos ni la posibilidad de que siga en el cargo después de la fecha señalada.

Ud. es una persona de méritos, que los ha demostrado a lo largo de su vida y la gente le reconoce como un hombre cortés, educado y amable y hasta agradable; sin embargo, le falta  ser un ejecutivo diligente, rápido en sus decisiones y promotor del desarrollo.

La formación señalada, entiendo que debe haber acumulado en los años de empresario y banquero; pero si esto no es verdad, se habría equivocado Ud. al aceptar la candidatura y muchos de nosotros por haberle apoyado. Sin embargo, solamente Ud. puede sacarnos de esa duda para demostrar no a la gente que le rodea que estoy seguro le aprueba todo, poniéndose en posición de subalternos declarados, olvidando que los asesores y quienes están en esa posición sirven básicamente para aprobar lo bueno y oponerse a lo que no procede.

Con el panorama descrito, en el tiempo que le falta (casi dos años) Ud. debe demostrar ejecutorias, diligencia, autoridad y superioridad moral, sobre todo a sus adversarios para que aprendan a respetarle y los ministros a cumplir sus órdenes, básicamente en la atención de los sectores responsables de la seguridad del Estado y los grupos menos protegidos, olvidándose  un tanto de la macroeconomía, en un momento que la mendicidad es el mayor peligro.

Iván Escobar Cisneros

Conmoción

Nos ha causado una gran conmoción, el asesinato de la Ingeniera Nathaly López Borja, profesional brillante, y poseedora de muchas virtudes. Una persona que aportaba mucho bien a nuestra comunidad, en las distintas áreas donde se desempeñaba. Quería transformar un hospital, pero las mafias relacionadas con su muerte, no la dejaron. Siempre se la recordará, por su sonrisa sincera y por su laboriosidad.  Esperamos que se haga justicia, y que recaiga todo el peso de la ley, sobre los autores materiales e intelectuales, de este violento homicidio. Paz en su tumba.

Mario Monteverde Rodríguez

La lógica y la política

Toda actividad humana debe guiarse por la lógica, de cualquier tipo que sea. Esto significa racionalidad, lo que distingue al ser humano de los animales.

Con ocasión del juicio político que se quiere implementar al presidente Lasso, he escuchado, con verdadero estupor lo que sostienen muchos profesionales y no profesionales, asambleístas o asesores de comisiones de la Asamblea, sostener sin ningún pudor, que el juicio es “po-lí-ti-co” y no debe ajustarse a las leyes.

Francamente nunca he escuchado disparate de tal magnitud, y peor que provenga de quienes deben redactar leyes, y de sus asesores. ¿Significa esto que la actividad política es irracional? Sería el único país en el mundo donde se defienda tal disparate, pues la actividad política es, o debe ser, humana.

Me parece que estamos ante una clara evidencia de un grupo de personas que fueron electos asambleístas, que imponen sus creencias personales a la razón. Esto se llama dogmatismo, fanatismo. Y todos sabemos que los dogmatismos, y, peor, los fanatismos, son una obturación a la razón.

Da mucha pena escuchar las entrevistas a los componentes de ese grupo, justificar el juicio político aduciendo que “el pueblo no confía en el presidente” y que ese sería el fundamento para el juicio político. Es penoso, igualmente, que exhiban el resultado de la consulta para definir que es el pueblo el que no confía en el presidente: ¿por qué no impulsan una revocatoria de mandato, que es la figura adecuada en estos casos, para quienes respetamos la ley y el ordenamiento jurídico?

Quienes no razonan con lógica no están calificados ni para gobernar ni tampoco para legislar, se constituyen en un peligro para cualquier sociedad, pues el producto de sus mentes está bloqueado en una sola dirección, cuando el gobernar y el legislar requieren de mentes abiertas a las ideas ajenas.

Escuchar a líderes de agrupaciones alabar a estos asambleístas, cuando en sus presentaciones exhiben una pobreza intelectual pavorosa, es otro espectáculo de pena. Peor cuando esos líderes han ocupado cargos de mando en los gobiernos.

Tampoco es aceptable escuchar a líderes de grupos sociales querer imponer, por la fuerza, sus ideas a toda una población, como pretende el presidente de la CONAIE. Otra demostración de dogmatismo y de evidente irracionalidad.

Los gobiernos de cualquier país requieren de gente pensante, razonables, no de fanáticos ni de dogmáticos, tampoco de quienes buscan el poder para tapar sus corrupciones. El espectáculo de los asambleístas que persiguen concretar el juicio político con argumentos carentes de razón, de líderes sociales que se creen con derecho a decidir por todo un país, son deplorables y obligan a que los pensantes protestemos abiertamente y pongamos nuestro razonamiento al servicio de la sociedad.

José M. Jalil Haas

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