Gustavo Quinteros disfruta de su momento más dulce desde que se hizo cargo de la Tricolor. Esa imagen del entrenador que levanta sus muletas mientras el Olímpico Atahualpa lo vitorea luego del triunfo sobre Bolivia no puede ser más reivindicativa ni más antológica.
Ni al ‘Bolillo’ Hernán Gómez en su mejor racha se lo despidió así, simplemente porque nadie empezó de esa manera, con resultado histórico incluido. Quinteros entró al Atahualpa con la ‘emelección’ y salió con la Tricolor.
Sí, Quinteros le ganó el duelo táctico a Gerardo Martino, pero eso no hubiera bastado para vencer a Argentina, un equipo grisáceo dirigido por un técnico que viene de fracasar en Europa, con la base de España y con el mejor del mundo en sus filas.
El verdadero mérito de Quinteros, que cambia todo lo que rodeaba a la Tricolor hasta entonces, está en recuperar dos piezas que en su momento fueron cuestionadas luego del Mundial. Esto debería llamarse ‘Rescatando al soldado Valencia’, pues Antonio era un elemento extraviado luego de Brasil, desmotivado, herido por los comentarios, que ha vuelto curado y arrollador. Y el otro es Felipe Caicedo, que también está en su mejor momento deportivo e incluso espiritual.
Sin Valencia y Caicedo, Ecuador estaría perdido y el esquema de Quinteros, ni el de ningún otro, no habría sido tan efectivo ni demoledor. Con ellos, ahora sí Quinteros dirige a la Tricolor.