Con un paso lento y la mirada hacia el piso, se retiró hacia los camerinos. Por su mente transitaron pasajes de gloria cuando con su equipo fueron campeones en el 2000 y se mezclaron con la tristeza que sentía por un nuevo fracaso del ídolo riobambeño.
El pasado domingo 18 de noviembre, en el cancha del Olímpico de Riobamba se sentenciaba el descenso de Olmedo a la Serie B. Era la segunda vez que saboreaba esa amargura desde que llegó a los 13 años (1990) al equipo riobambeño.
La primera fue cuando igual descendió a la B en el 2002.
A diferencia de ahora, el jugador riobambeño de 1,70 metros asegura que en ese entonces el equipo no logró sostenerse ante la presión de jugar al mismo tiempo el l torneo nacional y la Copa Libertadores de América.
“Teníamos un plantel reducido. Este año, el recambio de jugadores se inició mal. Llegaron compañeros que pusieron discordia, hablaban mal y conversaban con la dirigencia para poner jugadores”, asegura con voz firme.
En medio de la tristeza, Omar encontró refugio en su esposa Mónica Espíndola. Ella y su suegro Bolívar Ledesma lo acompañaron en ese día sombrío desde los graderíos del palco del Olímpico. “Sabíamos el desenlace del equipo. Aun así tratamos de animar a mi esposo después del cotejo, pero fue inútil. Estaba abatido”.
En estos días, como queriendo encontrar una explicación a lo sucedido, el jugador emblemático olmedio revisó fotos, placas de reconocimientos, trofeos y banderines, atesorados en más de dos décadas de trayectoria.
Hoy los conserva colgados en las paredes de su vivienda, en el barrio 11 de Noviembre, norte de Riobamba.
Otro de sus tesoros también constituyen más de 50 calentadores, camisetas del club y de otros equipos.
Son tantas que al no caber en un clóset, los distribuyó en los cuartos de sus dos hijos Omar y Camila. Otras prendas las encargó con su padre.
El hoy lateral derecho llegó a las inferiores del Olmedo a los 13 años. En una de las habitaciones conserva como un trofeo una camiseta del ‘Ídolo de Riobamba’ de 1993.
La hizo enmarcar en madera, porque es su mayor recuerdo del título que alcanzó en el torneo de Segunda categoría.
Ese día, el equipo volvió a ser grande tras alcanzar su regreso a la Serie B, luego de 18 años de ausencia. Ledesma fue uno de los artífices con solo 15 años de edad.
Desde entonces se convirtió en protagonista y testigo privilegiado de las alegrías y derrotas del Olmedo. El mes pasado cumplió 35 años, pero no hubo celebración ante los malos resultados.
Antes de que jugara en el ‘Ciclón’ jugó en el equipo del barrio Oriental. El estratega Vinicio Ron, ex jugador de El Nacional, lo hizo debutar como volante en el torneo zonal.
Para ayudarlo en sus prácticas y estudios, su progenitor lo cambió del Colegio San Felipe Neri al Juan de Velasco.
Aun con la suerte definida del cuadro riobambeño, Omar Ledesma sigue demostrando su profesionalismo. El pasado miércoles arribó a las 09:45 al complejo El Batán, ubicado en el norte de la ciudad.
Allí no dudó en aconsejar a los jóvenes sobre cómo comportarse dentro y fuera de la cancha. Ahora solo espera una situación mejor para el 2013.
Rasgos familiares
El defensa de 71 kilos está casado con Mónica Espíndola desde hace 13 años. Sus hijos son Omar de Jesús, de 12 años, y Camila, de 6. Tiene cuatro mascotas.
Los estrategas Tano Vertochi, Julio Asad, Dragan Miranovic (+), Dusan Draskovic y Roque Alfaro lo guiaron. “Cada uno me enseñó a cuidarme en esta profesión”.
Los presidentes Eduardo Granizo, Marcelo Pérez y Luis Aimacaña lo dirigieron. “Ellos tienen sus errores y virtudes. Lo único que se hace es trabajar”.