Los equipos incorporaron nutricionistas como exigencia para obtener la licencia de clubes. El futbolista suele excederse con golosinas en sus menús. Foto: cortesía.
Johan Padilla, el guardameta de El Nacional, es amante de los nachos y de las alitas picantes. Cuando va al cine con su familia se da licencias para las golosinas.
En su menú diario se alternan las frutas, el pescado, el pollo y los carbohidratos, como arroz y fideo. “Cuando viene mi mamá disfruto de un ‘tapao’ arrecho, de los patacones y de todas las delicias que ella hace”, dice Padilla, de 25 años.
La guía de nutrición en El Nacional la entrega el preparador físico, César Benalcázar. Con el asesoramiento de él, Manuel Balda, volante, desayuna tostadas y frutas. En la cena privilegia las ensaladas y pollo. Algo liviano.
‘Manu’, como le conocen al manabita en el ‘Rojo’, trata de cuidarse al máximo en la alimentación. Dice que ha visto futbolistas con sobrepeso en los equipos de la Serie A.
Los futbolistas dan un giro de 180 grados a su menú alimenticio al inicio del año. Benalcázar detalla que mediante el control de peso es fácil detectar a los jugadores que se alimentan mal. “En la pretemporada, al ser la base del año, se necesitan muchas frutas, hidratación y descanso. Al futbolista le gusta desmandarse en las comidas”, reconoce.
Aucas, Universidad Católica, Liga de Quito, Independiente del Valle, Delfín… Integraron a sus cuerpos técnicos un nutricionista que elabora los planes de alimentación, asesoran a los futbolistas y planifican los menús con los preparadores físicos de los clubes.
Desde este año está vigente una nueva normativa: los equipos que tramitaron las licencias de clubes en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) debieron contratar nutricionistas y sicólogos.
Así lo establece el artículo 94 (capítulo IV) del reglamento de licencias para clubes. “El club solicitante deberá designar al menos un nutricionista que sea responsable del diseño de los planes de alimentación y nutrición (…). Deberá contar con título universitario y con una experiencia profesional no menor de tres (3) años”.
Diego Jiménez, de 25 años y graduado en España, lleva cinco meses en Liga de Quito. Él, a diario, es el primero en llegar al complejo de Pomasqui para preparar los desayunos de los futbolistas. No es obligación, pero la mayoría del plantel albo recibe los consejos en la primera comida del día.
“Hay que hacerse amigo del futbolista. En los días de concentraciones se preparan las cinco comidas del día. Recomiendo las porciones, según la carga de entrenamiento. También se preparan suplementos”, explica Jiménez.
Los nutricionistas de los clubes tienen la responsabilidad de realizar controles trimestrales del plantel del primera y también de los juveniles.
Los futbolistas se adaptan a las nuevas reglas. En el camerino del estadio Gonzalo Pozo Ripalda, en Chillogallo (sur de Quito), se instaló una mesa donde se colocan vasos de plástico, yogur, frutas, guineos, agua… Al final del entrenamiento, cuando los integrantes se van a sus casas, se sirven lo que se recomienda.
Mario Rizotto, el volante uruguayo, cuenta que el asesoramiento ha sido clave para organizar sus comidas con su nueva cotidianidad . En las paredes del camerino también se colocan carteles con información nutricional y sobre el beneficio de alimentarse bien.
Los clubes tuvieron que hacer un esfuerzo económico para destinar recursos y contratar a los especialistas en nutrición. Miguel Almeida, presidente de la Universidad Católica, dice que no se considera un gasto porque también los profesionales asesoran a los juveniles de la Católica.
“Es algo positivo que a los futbolistas les enseñen a comer bien. Más que un gasto es una inversión”, manifiesta el directivo. Delfín también cuenta con la asesoría de un nutricionista profesional.