César Benalcázar es radical y no admite negociaciones en el tema de la comida. A él le resulta inadmisible que un futbolista de élite incorpore en su alimentación diaria bebidas como gaseosa, aderezos como mayonesa y salsa de tomate, o ‘snacks’ como las papas fritas o los cueritos.
Dichos alimentos están prohibidos en la ‘altísima competencia’, como él denomina a la realización del torneo local. “Hay tiempo para todo. Cuando termine el torneo, los jugadores podrán consumir estos alimentos o incluso tomarse una copa de vino si es que gustan. Pero antes de ello, no”, dice tajante, mientras busca la sombra en el complejo de Tumbaco.
Benalcázar ha encontrado en la tecnología una gran aliada para poner como máquinas a los jugadores de El Nacional, pero también para supervisar sus hábitos alimenticios y de vida. Semanalmente, somete a exigentes controles a los miembros del equipo profesional. A través de muestras de sangre, en algunos casos, y de orina, en otros, determina los niveles de grasa, de masa muscular y la hidratación. Y en función de esos indicativos determina dietas para los jugadores, porciones de comida y las necesidades de los jugadores. La última medición se realizó el pasado viernes, en la intimidad del complejo de Tumbaco. Uno a uno, jugadores como Marwin Pitta, Elvis Bone, Daniel Samaniego, pasaron por el control. Benalcázar usó un producto llamado Combur Test, de la farmacéutica Roche, unas tiras en las cuales se deposita la orina del jugador y que inmediatamente, por la coloración de la muestra, demuestra su estado.
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Así se determinó por ejemplo, que Samaniego había hecho un esfuerzo muy grande en el entrenamiento del día anterior o que el defensa Dennis Quiñónez no había consumido los suficientes niveles de agua. “Tienes que hidratarte más”, mira, le dijo señalando la tira.
Un control permanente a los jugadores y sus hábitos
Además de su labor en la cancha, el rendimiento de un futbolista se basa en otros dos pilares: alimentación y descanso. “Pero lastimosamente el jugador ecuatoriano no tiene una buena cultura alimenticia”, dice Diego Cuvi, el preparador físico de la U. Católica.
En la dieta del equipo no hay gaseosas. Las funditas de papas fritas o de dulces se abren, muy de vez en cuando, y siempre luego de los partidos, en aquellas largas esperas de los aeropuertos. En el cuadro ‘camaratta’, los controles de peso son semanales.
Si algún jugador se excede de su peso ideal, debe entrar a dieta, un detalle que no siempre es muy bien visto por el plantel. Cuvi, junto al cuerpo médico, establece las dietas según las necesidades. Para ello, dice, se alía mucho con la comida ecuatoriana, que es rica en variedad y buena para la nutrición. Da dos ejemplos de comidas: “Un locro de papas otorga gran cantidad de nutrientes, porque aporta carbohidratos y algún componente de proteína como un lácteo y tiene grasa como el aguacate. La carne asada sin grasa, con una buena menestra y arroz brinda proteína y carbohidratos”.
Equipos internacionales como el Real Madrid y el PSG de Francia han impuesto como medida que sus jugadores desayunen y almuercen en sus complejos deportivos, para vigilar la dieta. En Quito, Liga tiene un servicio de bufé para que sus jugadores desayunen y almuercen en el complejo de Pomasqui. Los juveniles son, regularmente, quienes más lo utilizan, aunque hay jugadores como Édison Méndez y en su tiempo, Ulises de la Cruz, que acudían continuamente al comedor.
En Deportivo Quito, en cambio, los vigilantes de la buena nutrición son el médico Pablo Cisneros y el preparador físico César Vaioli.
El principal orgullo de ambos es que el equipo azulgrana, pese a los problemas económicos que vive, ha mostrado una buena base física y un rendimiento importante en la cancha durante todo el torneo.
‘Pollo, pollo y más pollo’
Fernando Guerrero y Júnior Sornoza son las joyas de Independiente del Valle. Su talento y velocidad inclinan partidos. Pero el ‘Chiqui’ reconoce sus debilidades: es goloso, le gustan los dulces y de vez en cuando peca con alguna hamburguesa .
El médico Ramiro Ballagán lo marca a presión, como un celoso defensa. Él, que antes trabajó en Aucas, es el encargado de diseñar los menús que cada día comen los juveniles que viven en el complejo de Chillo Jijón (conocido como complejo de Sangolquí), y además de controlar la alimentación de los jugadores del equipo de Primera.
El pasado jueves, luego del entrenamiento de Independiente, el camerino del complejo estaba repleto de futbolistas en búsqueda de hidratantes y vitaminas. “Este doctor solo nos da pollo, pollo y más pollo”, dice entre risas el ‘Chiqui’ antes de subirse a la balanza para su control semanal de peso.
Ballagán dice que hay que ser flexible en las dietas. En Independiente, por ejemplo, luego de los partidos, los futbolistas pueden comer un pedazo de pizza con cola y también nuggets de pollo.
Pero antes de los encuentros, las reglas son claras, sin excepciones. Aquí no hay nada de carnes rojas; se sirve pescado o el consabido pollo. La fruta son variadas, el yogur y las aguas medicinales también son claves y se sirven entre comida y comida.
Los controles
- En El Nacional, por la crisis económica, algunos jugadores llegan sin desayunar a practicar. Por ello, el club les da la opción de un desayuno en el complejo.
- Según los especialistas, un jugador no debe entrenarse si aún no hizo la digestión. Luego del almuerzo, se necesitan al menos tres horas para practicar.
- En los equipos, los cuerpos técnicos disponen de suplementos y complementos vitamínicos para contrarrestar el desgaste que realizan los jugadores.
- En la Católica, las mediciones de grasa y de niveles de agua se hacen usando el equipo Tanitas, que incluye balanzas y un ‘software’.
- Alexander Domínguez, de Liga de Quito, generalmente almuerza en el complejo de Pomasqui. Es uno de los futbolistas más pendientes de hidratarse en el día.
- Hasta los astros del mundo tienen control en sus clubes. En el libro ‘Misterio Messi’, publicado este año por los periodistas Sebastián Fest y Alexandre Juillard, se cuenta por ejemplo la afición de Lionel Messi por las bebidas gaseosas.
- De acuerdo con el libro, el que era técnico del club culé, Josep Guardiola, mandó a quitar una máquina de refrescos que había en el camerino e insistió en que sus jugadores se alimenten bien.