El motocross freestyle, un desafío a las leyes de la gravedad

Rider Pat Bowden se presenta durante un show de motocross estilo libre en Tours, el 7 de abril de 2018. Foto: AFP

Rider Pat Bowden se presenta durante un show de motocross estilo libre en Tours, el 7 de abril de 2018. Foto: AFP

Se juegan la vida en cada intento: los pilotos del motocross freestyle son muy pocos en el mundo, haciendo sus piruetas increíbles en el aire con la moto, debido a que el espectáculo tiene altísimos riesgos.

“Cada vez que voy a los X Games o a Madrid (escenario del RedBull X Fighters) me pregunto por qué hago esto, por qué he vuelto. Y me digo que será la última vez, es algo demasiado difícil de vivir, tienes una bola en el estómago, ganas de vomitar, no tienes ganas de salir, das vueltas. Es muy duro”, cuenta el dominador de la disciplina, el francés Tom Pagès, que vive por y para su pasión, haciendo vibrar al público con su 'show' y sus actuaciones desafiando las leyes de la gravedad.

Tours (Francia), un sábado noche, en una sala llena. Juegos de luces, un sonido atronador, animadoras y miles de personas como ingredientes.

Tom Pagès es la superestrella del Mundial de motofreestyle y los pilotos, uno tras otro, inician sus vuelos.

Arrancan, toman la rampa, encuentran el mejor ángulo posible y realizan un 'tricks' (figura) , que hará levantarse al público con suspiros de admiración. A más de 10 metros sobre el nivel del suelo, sueltan las manos, elevan los pies, se llegan a poner boca abajo, giran 180 grados... Todo parece posible.

En la jerga de la competición, las figuras reciben nombres que no requieren mucho más comentario: Tsunami, Kiss of Death (Beso de la Muerte) , Cliffhanger (Momento de Angustia) . Pero también Shaolin o Supermán.

Rider Pat Bowden se presenta durante un show de motocross estilo libre en Tours, el 7 de abril de 2018. Foto: AFP

Veinte años de vida 

El motocross freestyle (FMX) es un espectáculo pero también un deporte, con un circuito mundial (Night of Jump) , bajo el amparo de la Federación Internacional de Motociclismo, y con dos grandes eventos: el RedBull X Fighters, que se disputa en los últimos años en Madrid ante 25.000 espectadores, y los X Games, los considerados Juegos Olímpicos de estos deportes alternativos.

De manera paralela se organizan competiciones que atraen al gran público, como la que reunió en México a 45.000 espectadores.

El FMX tiene apenas 20 años de vida. Todo comenzó en Estados Unidos, en 1997, cuando pilotos de motocross y supercross quisieron romper las fronteras de su deporte.

Fueron al desierto para saltar en las dunas, en medio de un ambiente muy festivo. Las imágenes entonces dieron la vuelta al mundo.

“Eran auténticos freestylers, tatuados, auténticos marginales. Gente que tenía un gran nivel con la moto pero que preferían ir de fiesta y hacer cualquier cosa en las dunas, gente que se jugaba la vida”, explica Charles Pagès, hermano de Tom, que fue él mismo piloto de este deporte antes de reconvertirse en juez tras un accidente.

En la actualidad, el nivel ha subido de manera importante y los pilotos se han organizado para dar brillo a este deporte peligroso, por el que varios pagaron un precio muy alto.

En 2009, Jeremy Lutz, un californiano de 24 años que había sido oro en los X Games el año anterior, murió después de una caída sobre su cabeza en una competición. En 2013, el japonés Eigo Sato se mató durante un entrenamiento.

Un deporte mental 

“Es un deporte mental en un 80%. Lo que es difícil es tener ese miedo y saber controlarlo. Lo mental ocupa un espacio enorme y a veces no es fácil gestionarlo”, cuenta el francés David Rinoldo, que se rompió una mano este año en el Mundial.

“Es una locura lo que hacemos, es algo sin límite. Si cometes un error puedes morir”, dice el japonés Taka Higashino, que pensó en retirarse cuando murió su compatriota Eigo Sato. “ Pero en cuanto subo a la moto, me siento bien. Este deporte es lo único que me hace sonreír así ” , asegura.

Charles Pagès tiene todavía problemas para digerir su accidente, producido en noviembre de 2010 en una competición en París.

Sufrió una dura caída que le provocó un traumatismo craneal y le dejó en coma varios días. Pudo sobrevivir y volvió a competir tres años después del accidente. En 2015 se lesionó de nuevo, en el tobillo, y ya nunca podrá pilotar.

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