En la cancha de tenis número de tres, en el Círculo Militar de Quito, el sonido que se desprende del movimiento de una silla de ruedas advierte sobre la presencia de Edmundo Merizalde, quiteño y el segundo mejor tenista del país.
El pasado miércoles llegó a ese lugar, donde también se corta el cabello, a las 14:00, media hora antes de que empezara su entrenamiento.
Merizalde tiene 60 años y en ese tiempo aprendió que la puntualidad no se negocia. Detesta llegar atrasado y más aún que sus amigos lo esperen. Sus compañeros de entrenamiento conocen esa obsesión y por eso lo admiran más. Diego Jaramillo es su amigo y, además de su puntualidad destaca el temperamento fuerte y decidido del exoficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).
Roberto Castro, entrenador, continúa con los elogios: “Es constante, disciplinado”.
El deportista de cabello corto, brazos fuertes y pecho ancho los escucha mientras revisa las cuerdas de su raqueta. No se resiste, gira un poco su rostro y ríe por los comentarios. Disfruta cuando Jaramillo le grita “mi viejito” o dice que “a veces nos trata como subalternos”.
Merizalde acepta que tiene un carácter fuerte y Castro asegura que aquello le ha servido para destacarse en el deporte.
Al exoficial de la FAE siempre le gustó hacer ejercicio. Amaba correr, jugar vóley, escalar montañas, pero sobre todo pilotear aviones. En su casa hay cuatro álbumes de fotografías que revelan esos gustos.
[[OBJECT]]
Sobre la mesa de su comedor también reposa un avión a escala, de color rojo. Y sobre una viga de madera, a unos pocos centímetros del techo, hay decenas de trofeos.
El sueño de Merizalde de dirigir un avión, se hizo realidad a los 19 años, al ingresar a la FAE. Siete años después, en un lanzamiento a 300 pies de altura, su paracaídas no se abrió. Ese fue el comienzo de la carrera deportiva que hoy ostenta.
Tras superar el proceso para sacar de su mente la palabra “inútil” por estar en una silla de ruedas, Merizalde se vinculó al baloncesto. El primer contacto con el balón lo tuvo en Houston, Estados Unidos, adonde llegó después del accidente, para operarse.
Tras recibir consejos de gente adulta, también con discapacidad, se aficionó al deporte que hoy practican LeBron James, Pau Gasol… Él hizo canastas durante 20 años.
Después practicó atletismo. Sobre su silla de ruedas registra ocho ediciones de la carrera Quito-ÚLTIMAS NOTICIAS 15K. También recuerda que corrió una 5K, en Houston.
Ahora está dedicado 100% al tenis. Lleva siete años entrenándose con la guía de Castro. Después de competir en cuatro mundiales, su meta es traer una medalla desde Chile, donde serán los I Juegos Parasuramericanos, en marzo. Esa presea es la obsesión de Merizalde. Aunque él fue el pionero de esta disciplina en el país, jamás ha ganado un Nacional.
Para conseguir esa medalla, el exoficial de la FAE se entrena, desde el pasado jueves, a doble jornada,: de 07:00 a 09:30 y de 14:30 a 17:30.
Al Círculo Militar llega solo. Él maneja un vehículo adaptado. Aprendió a conducir en Estados Unidos, como parte de su rehabilitación. El pasado jueves dio una lección de manejo. Él se cruzó la ciudad.
Mientras conduce, escucha temas de los años sesenta para recordar “buenos tiempos”. Su estación favorita es la 93.3 FM.
Vive solo desde hace siete años, cuando se separó de su esposa, que es abogada y que vive en Guayaquil junto a su hijo de 22 años. A la madre de su hijo la conoció mientras piloteaba un avión.
Tras el accidente aprendió a manipular los controles remotos. Con la ayuda de esos aparatos también tiene acceso a su casa. Allí tiene compañía cuando llegan a limpiar la vivienda o a prepararle algo de comida. Cuando su empleada no está, Merizalde prepara su desayuno. Las puertas de su casa tienen un metro de ancho, por lo que no es un problema llegar hasta la cocina o ingresar al baño o a la ducha.