Con la muerte rondándole desde chico, a consecuencia de una incurable enfermedad que le diagnosticaron al cumplir 1 año, empezó a vivir el presente con tal intensidad que ahora corre largas distancias para honrar la vida.
Marcos Marini Rivera, un argentino que toma más de 20 pastillas diarias para seguir en pie, combate su condición con movimiento. Paciente con fibrosis quística, una condición hereditaria que afecta a los aparatos digestivo y respiratorio, pregona que la actividad física es la mejor manera para vencer cualquier enfermedad.
El atleta que de niño se pasaba largas temporadas en camas de hospitales es la cara visible de Secreto Fiqui, fundación con la que lleva ese mensaje por el mundo desde el 2010.
Al verlo por la calle parece una persona sin problemas físicos, fuerte, musculoso, un hombre de 29 años que pesa 64 kilos, mide 1,61 m y que sonríe permanentemente.
Pero su padecimiento afecta al páncreas por lo que antes de cada comida toma pastillas para asimilar los nutrientes. Así y todo, debe ingerir 5 000 calorías, el doble que una persona promedio, para mantenerse saludable. Sus pulmones también acumulan más mucosidad de la normal, pero él combate todo aquello con deporte.
Hasta los 7 años se la pasó metido en hospitales, por las constantes recaídas. Pero en su natal Santa Rosa, un poblado de 90 000 habitantes en la Pampa argentina, empezó a darse cuenta que el juego y el deporte le hacían sentir mejor.
Correteaba por las calles de tierra y también acudía al Club Atlético Santa Rosa donde nadaba, hacía gimnasia y practicaba otros deportes. Por eso alcanzó la resistencia para completar su primera media maratón (21 km), a los 15 años.
A pesar de la enfermedad, era un chico competitivo y decidido a conseguir sus sueños que no volvió a un hospital en más de tres lustros. Estudió Periodismo y Educación Física; pasó la prueba de salvavidas en España y ahora da conferencias y se siente dichoso de tener su enfermedad.
Lo dice porque gracias a la fibrosis quística se acercó al deporte y ha tenido la oportunidad de incentivar a otras personas. Hasta el momento ha completado cuatro maratones (42 km cada una), realizó el camino de Santiago, en el que transitó por casi un mes.
Para este año se impuso participar en las maratones de Rosario y Buenos Aires. Esa es su manera de decirle al mundo que él prefiere correr y desafiar sus límites a pesar de convivir con la fibrosis quística.
Sin embargo, las recaídas y sus constantes esfuerzos por superarse lo mandaron al hospital en el 2009. Ocurrió después de nadar más de una hora en España, como parte de la prueba de salvavidas.
El frío y el esfuerzo complicaron sus pulmones por lo que fue internado 15 días. Sin embargo, ni bien se sintió mejor y sin el alta médica, se puso a entrenar en el hospital.
En sus conferencias es usual que muestre una fotografía en la que está parado de cabeza sobre la cama. Es también común que otros pacientes, sobre todo niños y jóvenes, lo tomen como un ejemplo. Muchos lo ven como un héroe que, camuflado entre hospitales y salones de conferencias, corre maratones.
El padrino de la 15K
Marcos siente una responsabilidad enorme por haber sido nombrado padrino de la prueba solidaria de 5 kilómetros, que también será el 8 de junio. Pero él ese propuso correr los 15 km y por primera vez en la altitud de Quito.
A él le dicen el ‘chico salado’, pues al correr suda siete veces más que el resto de deportistas. Incluso, un documental llevará ese apelativo y saldrá en los próximos días.
Marcos es persistente en su lucha. Transmite el mensaje de “que el deporte todo lo puede” a cada ciudad que llega. Por eso planea quedarse unos meses en el país para promover sus proyectos con entidades locales.
Su afán no es solo inspirar a pacientes con fibrosis quística. Él está convencido que la actividad física ayuda a personas con cualquier enfermedad.
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