El triunfo de los procesos y la historia

Brasil 2014 no pudo tener un mejor cierre. En la final que se disputó en el estadio Maracaná, entre Argentina y Alemania, se pusieron al frente dos estilos y dos formas de vivir el fútbol. Por el lado sudamericano, aparecía la picardía, el talento que fluye cual río sin cauce. Por el europeo, la estructura, el orden y el valor colectivo.

La lucha fue dura, difícil, tanto que hubo que recurrir a tiempos extra para definir qué equipo se llevaba la corona en el mejor Mundial que se recuerde en los tiempos modernos.

Pero la diferencia no la hizo el gol de Mario Götze. Ese fue solamente un detalle que ayudó a definir el título a favor del mejor equipo, del que llegó con mejores credenciales a esta instancia.

La corona alemana es el premio a un equipo que responde al linaje más puro de su historia de procesos. Este país, corazón de Europa en lo económico, político y cultural, alberga academias de fútbol y divisiones inferiores que son las mejores del mundo, poseedoras de un método pulido en los primeros años de la postguerra.

Alemania no solamente ha ganado el campeonato mundial. También refrenda su calidad de capital del fútbol mundial, por ser el lugar de origen de una de las ligas más serias, la Bundesliga, donde más que los millones y el boato de las contrataciones escandalosas luce la estructura empresarial y económica que tiene a la eficiencia como su timón conductor. Sudamérica, hoy, se encuentra en las antípodas de esta forma de cultivar el fútbol.

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